El Obispado, el Centro de Menores Azahara y los parques y jardines son los puntos críticos
Día 10/10/2011 - 09.19h
La población de palomas en la ciudad de Córdoba está adquiriendo proporciones de plaga, con una cantidad calculada en unos 30.000 individuos (una paloma por cada 13 habitantes), según un reciente estudio elaborado por la empresa El Jardín de las Águilas, que ha estado tanteando el terreno en los puntos más conflictivos de la capital. Se trata de unos niveles similares a los que tenía la capital malagueña en el año 2005.
El responsable de la citada compañía, Enrique Suárez, inició el cálculo a partir de la petición del Obispado para que le resolviera el problema que tenían en el edificio a orillas del Guadalquivir, donde la obra que se está llevando a cabo en una de las alas, lugar en el que se encuentra el patio grande del Seminario, ha atraído a un número ingente de palomas procedentes de la Campiña. «Varios trabajadores de los que estaban restaurando las pinturas que hay en algunas de las bóvedas me indicaron que nada más retirar los andamios ya se estaban metiendo las aves a anidar en el interior», apuntó Suárez. De ahí pasó a estudiar la zona de la Mezquita, donde hay «varios edificios y solares abandonados que atraen especialmente a las palomas por su tranquilidad».
Igualmente, la empresa ha detectado otro punto problemático en las inmediaciones del Centro de Menores Azahara, ubicado junto a las naves de Rafael Gómez en Colecor. Por allí «se mueven dos grandes bandadas de palomas que se alimentan en unos sembrados ubicados a las espaldas del Parque Joyero» y que acaban anidando en los falsos techos del correccional, provocándoles graves problemas de humedades y de posibles infecciones. También «hay una colonia de impresión en la antigua casa del capellán a espaldas de la iglesia de San Rafael, que está abandonada».
Pero el caso es que la paloma no es un animal sedentario. Todas esas palomas citadas se desplazan luego por la ciudad, especialmente a los parques, plazas y jardines como Colón, el de Los Patos, la de los Trinitarios o las Tendillas, según las costumbres que tengan. «La paloma se mueve en cuatro puntos: para dormir, para beber y comer, para anidar y para solearse, y cada una tiene un sitio favorito, y a Córdoba están llegando las llamadas bravías y zuritas, que son más problemáticas que las blancas típicas de los parques, aunque todas ellas acaban depositando sus heces ácidas en estatuas, mobiliario urbano y la ropa de los paseantes».
Estas nuevas palomas tienen conocimiento de que en la ciudad encuentran comida en abundancia —hay muchos paseantes que las alimentan directamente— y eso las anima a quedarse. Además, las costumbres de las palomas urbanas se están modificando, ya que duermen mucho menos y se han hecho nocturnas por la luz artificial, mientras que las comodidades de la ciudad les permiten tener hasta 12 pollos al año, «llegando, incluso a empollar huevos al mismo tiempo que está alimentando a pichones».
La empresa de Enrique Suárez ya cuenta con una amplia experiencia en el control de palomas, llegando a eliminar el pasado año cerca de un millar en Palma del Río y unas 800 en Posadas, para lo que suele utilizar desde jaulas-trampa hasta palomares desmontables de unos 25 metros cuadrados o aves rapaces como elemento disuasorio. «Acabamos de tener un primer contacto con responsables del Ayuntamiento de Córdoba para ver de qué forma podemos abordar este problema», señaló.