Este amante de las monterías recoge en un libro de más de 300 páginas al detalle el arte de la caza mayor desde juntas a taxidermia y su historia
Día 20/10/2011 - 09.17h
A la última obra de Mariano Aguayo «Del monte y la montería» le avalan más de 25 libros publicados, y más de la mitad sobre montería. A este cazador amante de las artes venatorias capaz de plasmar en el lienzo el azulado del plumaje de la perdiz o esculpir el pensamiento de un bretón no se le resiste la escritura, o lo que es más, una auténtica enciclopedia de la montería, que se presenta hoy en la Ermita de la Candelaria de Bodegas Campos.
—¿Qué esconde esta nueva obra con más de 300 páginas?
—He tratado de meter todo lo de la montería en este libro. Incluso un bache legal referente a la caza mayor. Le encargué ese trabajo a mi hijo Mariano y ha hecho un estudio pormenorizado que ha concluido con que estas monterías se rigen por el derecho consuetudinario; es decir, basado en las costumbres y no en normas escritas, siendo como es tan importante. Pero eso demuestra de alguna manera que la montería es una manera de convivir en la que la gente se entiende y puede funcionar sin legislación rígida ni escrita. Por costumbre.
—Cuenta con expertos colaboradores que le han ayudado con el libro...
—He encargado bloques a distintos especialistas porque no me gusta escribir de lo que no entiendo, y tengo colaboradores que suplen la parte que yo conozco menos de la montería. En Castilla La Mancha y Extremadura, por ejemplo, me las ha hecho el marqués de Valduesa y de la Historia de la Montería se ha encargado el marqués de la Serna, que es académico de la Real Academia de Historia. Tengo colaboradores que suplen la parte que menos conozco de las monterías porque la intención de este libro es que el que quiera saber de montería, lo tenga ahí todo, incluso la taxidermia.
—¿Contiene fotografías inéditas?
—Incluye como 300 fotografías, las más modernas son de los años 70, quizás alguna de principios de los 80. Desde el siglo XIX hasta aquí, tiene una serie de fotografías que dan idea de la montería como costumbre. Son cedidas por amigos de toda España. Hay incluso de manchones que se han dado en los años 30 en Zaragoza.
—¿Cómo se estructura su libro?
—El libro se divide en diez bloques, en todo lo que se refiere a las costumbres monteras, desde las inquietudes de las vísperas hasta la junta de la tarde después de la montería, todo está ahí. Naturalmente, en este libro está más cargada la mano en la montería tradicional y como tal, Hornachuelos, que tiene un peso especial en esta obra. En una primera parte, aparecería la montería de siempre y la montería de hoy; después el marqués de Villanueva de Valdueza trata las dos Castillas y Extremadura; la montería en el Coto de Doñana, que tiene una peculiaridad en la caza de los cochinos, a cargo del marqués de Borgheto, autor de un magnífico libro sobre Doñana. Además, cuenta con una historia abreviada de la montería que trata desde principios de la historia hasta las monterías con los Austrias en el siglo de oro, los Borbones... Todo sobre las monterías desde el punto de vista histórico del Marqués de la Serna. Otro bloque está dedicado a las normas de las monterías que ha hecho mi hijo Mariano Aguayo Fernández de Córdoba; la historia del Real Club de Monteros de España la hace César Fernández de la Peña que es su presidente e hijo del fundador. En cuanto a la taxidermia, como hay muchos amigos, se la encargué a Juan Béjar porque es el presidente de la Asociación Nacional de Taxidermistas que ha elaborado un texto magnífico. Iba a incluir un vocabulario pero como ya había publicado uno hace poco, para qué le íbamos a dar más volumen al libro. Por último, como colofón hay una bibliografía hecha por el conde de Priego que es el hombre más versado en cuanto a bibliografía venatoria de España.
—Este libro está plagado de anécdotas, adelante alguna.
—Hay anécdotas de amigos y sobre personajes históricos. Un curioso pasaje refleja cuando vino Alfonso XII a montear a la finca Mezquetillas, en Hornachuelos, donde estuvieron monteando un par de días y se trajo a todo el consejo de administración, unos sabían cazar otros no. Días más tarde, en una crónica que escribió el monarca en una revista catalana recogía «que los monteros eran tan malos que el lugar más seguro en esta montería era subirse a un venado». Hay anécdotas muy curiosas como cuando iban a hacer «novio» a Guerrita en la finca La Tejera de los Escobar bautizo como montero se escondió en la copa de un naranjo y allí estuvo hasta que lograron bajar y hacerle todas las «perrerías» de novio como mancharlo de sangre de los animales.
—¿Cuántos libros sacan a la venta?
—El libro como objeto es una preciosidad porque la editorial La Trévere ha hecho un trabajo excepcional. En la primera edición para bibliófilos se vendieron en dos días y en esta segunda edición que sale hoy a las librerías cuenta con más de 1.000 ejemplares.
—¿Es una obra única en su especie?
—Se trata de un libro único planteado con el sentido que yo he planteado este. De modo que se estudian todas las etapas y actos de la montería de acuerdo con la tradición. El libro de 20 años de caza mayor: Conde de Yebes, obra de Eduardo Figueroa Alonso-Martinez, conde de Yebes tiene otro sentido, que es un libro sucinto.