Paradigmas de inquietud

Quizá no haya dos crímenes exactamente iguales, pero la Policía tiene claro que hay casos que se parecen, y que conocer la forma en que pasó algo puede ayudar a esclarecer lo que no se conoce. El caso de la desaparición de Ruth y José tiene también su paradigma, y desde luego no invita para nada a la esperanza.

Una frase terrible, como una divisa de tragedia, cerró hace pocos meses el caso de la desaparición de Alessia y Livia Schepp, dos mellizas suizas de seis años. Decía así: «Nuestras hijas reposan en paz, no han sufrido. No las verás más». Poco después de escribir esta carta a la que pronto iba a ser su ex mujer, Matthias Schepp se arrojó a la vía del tren en Cerignola, Italia. Era el 3 de febrero de este año.

La historia tiene puntos en común con la de los hermanos Bretón. Las niñas estaban con su padre desde el 29 de enero para pasar el fin de semana desde Saint Sulpice, Suiza, donde vivían. El domingo mandó un mensaje de móvil a la madre de las pequeñas para decirle que no devolvería a Livia y Alessia aquella noche, como había acordado, sino que las llevaría directamente al colegio el día siguiente.

Se averiguó entonces que estuvieron en Marsella, y que desde allí se desplazaron hasta la isla de Córcega en ferry. Varios testigos aseguran que vieron al padre y a las niñas en este barco, pero no bajar de él. El padre volvió al día siguiente, pero solo, así que las investigaciones se centraron en Córcega. ¿Lanzadas al mar? Nunca se averiguó nada ni se pudo encontrar a las niñas. Se rastreó el ordenador portátil de Matthias Schepp y se supo que, aunque había borrado el historial de búsquedas, había consultado páginas sobre envenenamiento, armas de fuego y suicidios dos días antes de llevarse a las niñas.

El caso estaba lleno de incógnitas, porque Schepp no llevaba las sillas para niños en su coche y pese a ello habría conseguido recorrer 500 kilómetros y cruzado la frontera entre Suiza y Francia sin que la Policía lo hubiese advertido. Por eso y a pesar de los testigos, cuando se supo que también pararon unas horas en la ciudad helvética de Morgues, se peinaron los alrededores del lago Ginebra. También sin resultado. Nadie sabe cómo mató a Alessia y Livia ni dónde lo hizo.

El hecho de que los padres estuvieran en pleno proceso de separación, el que se diera en un fin de semana que estaban con su progenitor y el que los pequeños desaparecieran hace resaltar las coincidencias, aunque se insista en que no tiene por qué terminar con un final tan trágico.

Cuatro años de misterio

El otro caso paradigmático es mucho más conocido para los medios de comunicación, aunque también más lejano en las circunstancias. Es el de la niña británica Madeleine McCann, que dio la vuelta al mundo y sigue envuelto por el misterio. La pequeña, que entonces tenía 4 años, estaba pasando las vacaciones en Praia da Luz, en el Algarve portugués, junto a sus padres y a sus hermanos gemelos, de dos años. Era el mes de mayo de 2007.

El día 3, los padres dejaron a los niños dormidos en la habitación del hotel sin vigilancia de ningún adulto y se marcharon a cenar. Al volver, la niña no estaba. Su búsqueda tuvo resonancia internacional y la investigación dio constantes giros, hasta el punto de que se llegó a sospechar de los padres. Nada se ha sabido de ella, pero las semejanzas desplazaron a un equipo de la televisión portuguesa hasta Córdoba.