Desde noviembre de 1975 hasta ayer se habían celebrado en Córdoba, siempre en San Pedro, once misas de rito hispano-mozárabe en honor de los Mártires cordobeses. Pero, para recibir el espaldarazo oficial, faltaba una eucaristía presidida por el superior responsable de dicha liturgia, cargo que va asociado al arzobispo de Toledo, primado de las Españas.
Y ayer se completó el ciclo, con la presencia en la histórica basílica de Braulio Rodríguez Plaza, que presidió a las siete y media la misa principal, organizada por el Obispado, en honor de San Acisclo y Santa Victoria, patronos de la ciudad y de la diócesis. Cientos de fieles llenaron las naves del templo y el coro del Seminario San Pelagio acompañó con sus cantos la solemne y peculiar liturgia, la misma que emplearon los cristianos cordobeses desde los primeros años del Cristianismo hasta la introducción del rito romano por Gregorio VII, a finales del siglo X.
El templo de San Pedro se abrió por la mañana para que los fieles veneraran las reliquias; escolares del colegio de las Francesas, además de hacerlo, recibieron una explicación sobre la historia y el significado de los Mártires cordobeses.
A las cinco de la tarde, en el Puente Romano y ante el monumento que recuerda el antiguo humilladero, la hermandad de la Misericordia congregó a cofrades y representantes de varias hermandades y de la Agrupación de Cofradías para hacer una ofrenda floral y rezar una breve oración a los dos hermanos que, según la tradición, fueron martirizados en Córdoba el año 305 por negarse a cumplir el decreto de Diocleciano que ordenaba hacer sacrificios a los dioses paganos.
La antigua basílica de los Tres Santos, hoy de San Pedro, recibió posteriormente al arzobispo primado, al que acompañó el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández. Los fieles pudieron disfrutar un año más de la peculiar liturgia antigua, que a ninguno resulta familiar porque sólo se emplea en Córdoba una vez al año… Al menos por ahora, porque el Obispado está considerando ya la posibilidad de que, como ocurre en Toledo, se pueda celebrar a diario.



