Todo cabía en las cuentas del Palacio de la Merced: los almuerzos tras los plenos o hasta el café de Pulido
Día 16/12/2011 - 09.51h
Si el habla popular se refiere al trabajo con la metáfora del alimento como la más elemental de las necesidades humanas, los responsables de la Diputación Provincial durante la época del PSOE lo tomaron al pie de la letra y entendieron de forma sucesiva la frase de que la política les daría de comer.
La voluntad de hacer colar las comilonas como inherentes al ejercicio de la condición de político ha sido constante en los últimos años, como ABC ha desvelado puntualmente. A partir de 2007, ya en los albores de la actual crisis económica, el anterior presidente, Francisco Pulido, y su equipo de gobierno, decidieron que los Plenos provinciales bien valían un buen almuerzo a costa del erario público. Y eso que la situación económica de la Diputación no invitaba al optimismo.
Con normalidad
Entre el comienzo del anterior mandato y febrero de 2011, al menos hasta en 15 ocasiones los máximos responsables de la Diputación se marcharon a comer después de la celebración de estas sesiones. Lo hacían en conocidos restaurantes y a la vuelta remitían las facturas al Área de Hacienda con total normalidad, con el concepto de que estos almuerzos eran inherentes al desempeño de sus cargos. En total, fueron más de 4.000 euros a costa del erario público.
Así, hubo constancia de una comida por valor de 675 euros en un restaurante céntrico de Córdoba en el que también se celebraron algunas de las comilonas de la Fundación Botí. Su justificación es clara: «Reunión de los diputados después del Pleno». Nada que ocultar. La lista es bastante larga y abarca muchos buenos restaurantes de la ciudad, porque los responsables socialistas de la Diputación no solían tirar del menú del día para reponer fuerzas después de las sesiones plenarias.
Algo que también llamó la atención no lo hizo por su cuantía económica, sino por todo lo contrario. Así, ABC desveló en su día que el anterior presidente, Francisco Pulido, solía pasar facturas de los cafés que tomaba en un establecimiento vecino al antiguo convento de la Merced.
Así, Hacienda recibió facturas de 1,9 euros con el concepto «café Presidencia» y otras por 4,8 justificadas como «desayuno Presidencia». Algunas ascendían a un poco más y otras veces se servía el desayuno en el propio despacho de Francisco Pulido. Y después de desayunar había que almorzar. El mandatario, solo o acompañado por su entonces jefe de gabinete, José Luis Lechado, gustaba de visitar un restaurante de comida italiana muy próximo también a la sede de la Diputación y se dejaban entre 35 y 40 euros cada vez. También pasaban la factura.
No eran unos gastos escandalosos, pero, al menos en el caso del café, sí llama mucho la atención que alguien que estaba en el cargo desde 2002 y que tenía un sueldo anual superior a los 60.000 euros anuales brutos no considerase oportuno rascarse el bolsillo para pagar los cafés que tomaba en el bar de abajo.