Día 15/01/2012
En este mes de enero se han cumplido ochenta y siete años de la muerte de la cordobesa Santa Rafaela María del Sagrado Corazón y treinta y cinco de su canonización en Roma el 23 de enero de 1977. Santa Rafaela fue la fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, cuya sede en Córdoba, el Colegio de las Esclavas, se encuentra en la Plaza de San Juan.
Santa Rafaela tuvo como nombre de pila Rafaela Porras y Ayllón, nació en Pedro Abad en 1850 y murió en Roma el 6 de enero de 1925. Fundó en Pedro Abad, junto a su hermana, el Instituto de Adoradoras del Santísimo Sacramento e Hijas de María Inmaculada. Poco tiempo después se traslada con otras dieciséis religiosas a Madrid, donde se les concede la aprobación diocesana en 1877. Diez años después, el Papa León XIII aprueba la congregación con el nombre de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús.
Tantas eran las virtudes de Rafaela María que fue conocida como la humildad hecha carne. Pero no puede decirse que su apostolado fuera un camino de rosas precisamente, pues surgirían incomprensiones absurdas, viles desconfianzas, un injusto arrinconamiento y posterior olvido, lo que le obligó a renunciar al gobierno de la congregación en favor de su hermana. Durante treinta años sufriría este castigo trabajando duramente y sufriendo continuas y terribles humillaciones.
En 1880 la congregación se estableció en Córdoba capital y el obispo fray Zeferino González, luego cardenal, les concedió el templo de la antigua parroquia de San Juan de los Caballeros en el centro de la ciudad. La iglesia de San Juan es una de las parroquias fundadas por el rey Fernando III tras la Reconquista del siglo XIII, como otras sobre una antigua mezquita, pero su evolución posterior ha sido muy diferente al del resto de sus hermanas fernandinas.
Su nombre se debe a ser entregada originalmente a los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén (luego conocida como Orden de Malta). Como parroquia desapareció en el siglo XIX cuando, fusionada con la de Omnium Sanctorum, se trasladó para ocupar la iglesia del desaparecido convento de la Trinidad. Las Esclavas del Sagrado Corazón la reabrieron al culto tras su adecuada restauración.
Con el ajetreo de la plaza, la iglesia es un oasis de espiritualidad y recogimiento, y es constante el goteo de devotos que acuden a postrarse ante el Santísimo Sacramento, expuesto mañana y tarde. Tienen las Esclavas en su horizonte vocacional dos hermosas estrellas, convertidas en permanente desafío de sus vidas: la adoración eucarística y la educación evangelizadora. La portada del templo es neoclásica: un arco de medio punto entre pilastras y columnas, recorrido por un friso decorado con triglifos y metopas, y rematado por frontón partido en el que se inscribe una hornacina con el busto del Corazón de Jesús. Colindante con la iglesia se encuentra el colegio.
Del exterior lo que más destaca es el alminar de la primitiva mezquita que se alza vigilante, once siglos así, con sus sillares de piedra arenisca y los pareados arcos de herradura apoyados en una columnilla central con capitel. Francisco Solano Márquez lo describe con maestría: «Pese al deterioro originado por los siglos, el viejo alminar conserva su poder de seducción y traslada al viajero imaginativo que lo sorprende cuando baja por la calle Sevilla, a la remota y esplendorosa Córdoba califal; tal es el poder evocador que las piedras transmiten cuando permanecen en su contexto urbano».
Además de su obra del Colegio de Esclavas, que mantiene hoy gran pujanza, Santa Rafaela María tiene dedicada una calle en Pedro Abad y otra en Córdoba. Asimismo, dos iglesias se hallan bajo su advocación, en Pedro Abad y en Córdoba, ésta segunda ubicada en la calle Isla de Fuerteventura y bendecida el 8 de marzo del año 2009. También se le dedicó una estatua en el Vaticano, obra del cordobés Marco Augusto Dueñas.
POR JUAN JOSÉ PRIMO JURADO



