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Córdoba / CAL Y ARENA

Autofobia

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Los jóvenes han de saber que cambiar de trabajo tiene mucho de positivo: la superación personal contra la poltronería

Día 07/02/2012 - 09.33h

No se empeñen en buscar la palabreja en ningún diccionario. La acabo de inventar y les voy a explicar el significado en cuanto les cuente una pequeña anécdota demasiado frecuente en estos tiempos.

Resulta que tengo una sobrina majísima, educada, lista, guapa y trabajadora. Tiene su título universitario de licenciatura, algún curso más de especialización en gestión y un máster universitario en ciencias gastronómicas. Quiere trabajar, y como es de las que no se le caen los anillos de las manos, no le hace ascos a nada. Ha sido camarera de restaurante y bar, «canguro», animadora de niños en un hotel y creo que alguna cosa más. Va dejando sus currículos por bares, cafeterías, restaurantes y hoteles por donde ha pasado, a saber, Madrid, la Costa del Sol, Logroño y Córdoba. Y nada, a pesar de haber repartido más copias que piedras Pulgarcito por el bosque. Nada.

Pero cuando de vez en cuando pasa por los lugares que recibieron el escrito conteniendo su corta pero intensa vida profesional, lo que ve es que en el lugar solicitado sí que hay alguien: alguien, sea él o ella, de Sudamérica, de la Morería, del África negra, a veces hasta del continente amarillo. Eso a simple vista; en las cocinas, la extranjería es absoluta. Hay, pues, posibilidades de trabajo, pero para inmigrantes.

Ya me veo venir a los pseudoprogres: ¡xenófobo…! La palabrita que se lanza como insulto viene del griego («xenos», extranjero, y «fobia», aversión) que, como todo el mundo sabe, significa más o menos «odio o rechazo al extranjero». Bien saben Dios y los que me oyen y leen que no lo tengo en absoluto. Me parece estupendo que encuentren trabajo en cualquier país que se lo ofrezca, incluyendo el nuestro, por supuesto. Pero desearía que hubiera igualdad de oportunidades para los autóctonos, esto es, los locales. Porque lo que parece que hay es no una discriminación contra los extraños, eso sería xenofobia, sino contra los locales, y me he inventado la palabra que titula este recuadro porque, sorprendentemente, no existe, mientras que sí existe el hecho cierto de tal discriminación. De ahí que haya acuñado «autofobia», es decir, «rechazo al local».

¿Que exagero, que eso no es verdad? Bueno, pues pregúntenle a mi sobrina. Luego piensen en escuelas y guarderías: ¿quién tiene más derechos? ¿Y no ha estado usted alguna vez en una cola y se le ha colado algún «xeno»? Y no le diga «oiga, que estoy yo antes» porque oirá «¡xenófobo!». A lo mejor no sabe lo que significa, pero sí que es un insulto. Cabe una respuesta educada en tal caso: «Xenófobo usted, que se considera con más derechos que los demás».

En todo caso, cuando pasee por Córdoba o por donde sea, analice el componente de autofobia que existe en nuestra tierra. Por supuesto que los extranjeros empleados han buscado trabajo, pero los locales también lo hacen. Pregúntenle a mi sobrina, y si le sobra un empleíllo, no sea autófobo y contrátela, incluso a tiempo parcial. Tiene razón el italiano Monti; sí, los jóvenes tienen que saber que cambiar de trabajo no tiene nada negativo y sí mucho de positivo: la superación personal contra la poltronería.

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