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Fallece el compositor cordobés Ramón Medina a los 92 años

Inició y dirigió el Orfeón Cajasur y puso música a poemas del Grupo Cántico

Día 07/03/2012 - 10.15h

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Quienes le conocían bien aseguran que se ha tenido que marchar de este mundo con una canción en los labios, tal era la pasión que mostraba por la música; ésa de la que se empapó en su casa desde que cantó con un llanto por vez primera a la vida allá por 1920, en la cordobesa calle Cabezas, y que le ha estado acompañando regalándole con su preciado don a lo largo de su prolongada existencia hasta que ayer exhaló su último suspiro. Ramón Medina Hidalgo no podía huir de su destino, habiendo nacido, como lo hizo, en el seno de una familia de músicos. Su abuela fue pianista y su padre, Ramón Medina y Ortega, Hijo Adoptivo de la ciudad, es conocido por sus composiciones («Serenata de la Mezquita», «Camino del Santuario», «Al Cristo de Scala Coeli», «Romancillo del almendro», «Cordobesita», «Las Campanas de la Mezquita», «A la mujer cordobesa», «Callejita de las Flores», «Ya van a la cruz de mayo» o «Noches de mi Ribera», entre otras), que su hijo se encargó de plasmar en papel para que perdudaran. Sus constantes coqueteos con Euterpe le llevó a los once años a estudiar en el Conservatorio de Música cordobés, y al concluir la carrera, marchó a la capital del Reino para perfeccionar su educación musical. Allí, en Madrid, ocupó el cargo de director de la Masa Coral, y al regresar a su Córdoba natal, aprobó las oposiciones para profesor de Piano en el Conservatorio, donde ejerció hasta su jubilación en 1988. Pero dar forma a los temas de su padre no fue el único mérito acumulado para que le acabaran concediendo a él la Medalla de Oro de la ciudad. Su gusto amplio y ecléctico le llevó a compaginar su amor por el Jazz con la música popular, a la que aportó su particular grano de arena componiendo la melodía para los poemas de sus amigos del grupo Cántico Ricardo Molina, Pablo García Baena o Mario López.

Con el jubileo, llegó una de las etapas más prolíficas del compositor cordobés, coincidiendo con la creación, por su parte, del Orfeón Cajasur, que dirigió durante doce años y a través del cual poder divulgar la música popular cordobesa y cultivar, al mismo tiempo, la música sacro-polifónica. A lo largo de su vida ha compuesto también música comercial y estuvo muy vinculado a los medios de comunicación.

Uno de los momentos más emotivos para él fue cuando en febrero de 2010 se le rindió un merecido homenaje en el Conservatorio Superior de Música Rafael Orozco, en el que estuvo presente Pablo García Baena y se interpretó parte de su obra.

El entierro será hoy, a las 18.00 horas, en el cementerio de San Rafael.

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