«Nazarenos blancos. Dos etapas en la historia de la hermandad de la Misericordia», es el título del segundo de los libros publicados por Antonio Varo Pineda, antiguo hermano mayor y actual cronista y archivero de la cofradía, sobre la historia de los titulares de la hermandad de San Pedro. El estilo narrativo ameno y directo del colaborador de ABC va desvelando al lector los avatares de la historia de la cofradía estructurándola en dos apartados. La obra se dio ayer a conocer en la casa de hermandad.
El primero de los apartados se dedica a la fundación de la hermandad penitencial en la iglesia de la Magdalena, en torno al Santísimo Cristo de la Misericordia, y abarca el periodo incluido desde su sorprendentemente rápida primera estación de penitencia (al mes aproximado de su fundación formal) hasta la ejecución del paso en 1942, con una consideración especial a los antecedentes históricos de la imagen del Crucificado.
Incluye un pequeño apartado en el que refleja el primer intento de la cofradía de incorporar una imagen de la Virgen, que se hubiera advocado Nuestra Señora de la Paz. En el segundo, Antonio Varo analiza la incorporación de Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo, incluyendo lo que el propio autor califica como «una excursión histórica a los precedentes, es decir, a la antigua hermandad que dio culto a la Virgen en el siglo XVIII» con el nombre popular de «Dolores Chicos».
Rigor y anécdotas
En ella, el autor narra la escisión de la hermandad del Rosario Doloroso de la orden servita de Nuestra Señora de los Dolores, su paso por la antigua ermita de los Desamparados —cuya portada sobrevive en la calle Ramírez de las Casas-Deza—, y donde sostuvo históricos pleitos y concordias con cofradías vecinas, su traslado a la Magdalena, y su llegada a San Pedro, ya en los años treinta.
El texto, riguroso y rico en anécdotas, es fruto de una profunda labor de investigación, en la que se han manejado profusamente datos procedentes de diversas fuentes, como la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura, el Archivo Diocesano, documentos personales remitidos por particulares, y el propio archivo de la hermandad. Se acompaña además de un amplio material gráfico de elevado interés documental y diversa procedencia, en gran parte inédito, como seis imágenes del acto de imposición de la corona a Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo. En la presentación del libro, el autor hizo un especial hincapié en lo «excepcionalmente bien conservado» que estaba el archivo del periodo fundacional, en el que cada documento, fotografía, boceto o artículo de prensa relativo a la hermandad fue «escrupulosamente» reproducido. Cuidado que es especialmente meritorio con las carencias de la época en materia reprográfica.
Ajena a los patrocinios, la propia hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia es la editora del libro, incardinándolo como apartado cultural de los actos que se están celebrando por su septuagésimo quinto aniversario fundacional. Con él prácticamente se completa el análisis histórico de la cofradía penitencial iniciado por la anterior obra del mismo autor, que se centraba en el antiguo paso del Cristo de la Misericordia. Sin solución de continuidad, el hermano mayor, Leopoldo Tena, ya anunció cuál podría ser el siguiente reto que afronte por la cofradía y el autor, cerrando el ciclo histórico. Sería un análisis de la primitiva hermandad de los Santos Mártires de Córdoba, que tuvo su origen en el siglo XV y desde el año 2000 se encuentra fusionada con la de la Misericordia.