Con la rodilla sobre el suelo de la ermita de San Benito, uno por uno, los «danzaores» de Obejo, primero se santiguan y luego, erguidos, se aproximan y besan las ropas del Santo Abad. Los aplausos de los congregados retumban entre las paredes de la pequeña ermita, situada en medio de la dehesa boyal de la localidad de Sierra Morena, y que vive cada año una de las tradiciones más antiguas de la provincia. La historia de la Danza de las Espadas es tan incierta como la de la propia localidad. Dicen los historiadores que es de antes de los visigodos, aunque algunos la sitúan en los celtas. El caso es que la danza se recuerda desde tiempos inmemoriales y está ligada a la historia de esta localidad cordobesa desde sus orígenes, aunque no siempre fue una parte del culto a San Benito, ya que como venía de la tradición pagana la Iglesia la prohibió. «Es curioso que lo apartado que está Obejo y lo difícil que era su acceso sirviera para que la gente siguiera practicando esta costumbre ajena a los mandatos de la Iglesia», aseguró el alcalde de la localidad, Luis Sánchez (PP).
Con chaquetilla marrón, pantalón mostaza, botas de cuero, camisa blanca, medalla al cuello y su espada de hierro, los «danzaores» bailan al ritmo que marcan los acordeones, la guitarra y las panderetas. Van pasando por debajo de las espadas, saltando y mostrando su alegría ante el santo, que los sigue entre las miradas y vítores de sus devotos.
En un alto en el camino, los «danzaores» escenifican «el patatús» o «degüello», donde simulan, acorralando en un círculo a su maestro, que lo degüellan. «Nunca había tenido nombre ese momento, pero fue en 1860 cuando se lo dieron. La Reina Isabel II vino a Córdoba y los «danzaores» de Obejo bailaron para ella. Al día siguiente, un periodista puso que el momento culmen era cuando escenificaban el degüello de su maestro y lo bautizó como «el patatús», desde entonces se ha quedado con el nombre, pero no se llamaba así», recordó el refundador de la actual Cofradía de San Benito, Ricardo González.
La citada cofradía se fundó por primera vez en 1462, pero en la segunda desamortización, durante la II República, la desmantelaron y esquilmaron su patrimonio. «Fue en 1962 cuando se refundó la que se conoce hoy», añade el anciano refundador.
Manto de billetes
San Benito va acompañado además de por los «danzaores» por un manto de billetes, que son las donaciones de los fieles al Santo Abad. «No siempre se ha dado dinero a San Benito. En un principio lo que se daba era ganado. La Cofradía llegó a tener un rebaño de más de 4.000 cabezas, según los escritos. Todo eso despareció durante la desamortización de Madoz», recuerda González, que a sus 93 años pide disculpas porque su memoria ya no es la de antes.
Ahora, el Ayuntamiento lucha por que la fiesta sea declarada de interés turístico y cultural. «Queremos darle difusión y que se acerquen a disfrutarla desde todas partes. Tenemos que conseguir que la gente venga a Obejo a ver la Danza de las Espada y la romería de San Benito», deseó el alcalde obejeño, que dice que los «danzaores» salen además el domingo más próximo al 17 de enero (San Antonio) y en San Benito, patrón de Obejo. «Desde la Diputación ya nos hemos comprometido para ayudar a Obejo para que la Danza de las Espadas sea fiesta de interés turístico y cultural. Cuando estén los informes preparados procederemos a tramitar con la Junta el nombramiento, que se merece por historia», aseguró el portavoz del gobierno de Diputación, Andrés Lorite.