Día 13/05/2012
Adrián Caballero es el ejemplo de joven cocinero cordobés (34 años) que se ha implantado en la Ribera. Desde hace diez meses, tiene abierto, junto a su mujer, al final de la Cruz del Rastro el restaurante Regadera. Decidieron ubicar su negocio allí, explica, porque la «zona es una ampliación de lo que siempre ha sido el área turística». «Conocía la zona y veía que cada vez estaba más en expansión», reflexiona.
Considera que para el eje del río fue muy importante el paquete de actuaciones que hizo la Junta en el Puente Romano y su entorno, incluida la remodelación de parte de la propia Ribera, que se está terminando ahora: «Antes, de la Mezquita hacia abajo, los turistas casi no pasaban». Además, reconoce que otros negocios de hostelería de «mucho peso» que se han abierto en este área «atraen a la gente» hacia el cauce del Guadalquivir.
Y ahora, a su juicio, la Ribera se está convirtiendo en «un polo del ocio». «Hay muchos locales que en poco tiempo se van a habilitar o gente que busca ubicación aquí —reflexiona—. Porque saben que es un lugar donde pretende reunirse la gente con un nivel gastronómico diferenciado de lo tradicional».
De hecho, en Regadera hace una cocina de raíces cordobesas, pero «le damos un enfoque más actualizado para diferenciarnos de lo que siempre se ha hecho». Y él tiene capacidad para aportar cosas distintas. Ha trabajado ya en fogones de Barcelona, Japón, Italia y Grecia. Además, le dan «especial atención al vino».
Caballero cree que la Ribera y su entorno tienen «potencial de crecimiento. Es una zona en auge y, sobre todo, de futuro». Ahora bien, tiene también las sugerencias del chef para que todo mejore. Así, como otros hosteleros de este enclave, reclama que se necesita un «parking público grande». «Mucha gente se encuentra el problema de no poder estacionar», advierte. Igualmente, ve «muy importante» que hubiera «más seguridad».



