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Córdoba / desde simblia

La tinta del calamar

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Valderas se contradice flagrantemente entre lo que decía y lo que hace y ahora tiene a un sector de IU que trina

Día 30/05/2012 - 10.49h

La entrada de Valderas como vicepresidente y miembro del consejo de gobierno de la Junta de Andalucía no ha podido comenzar con peores inicios. Apenas empezaba a saborear las lentejas, ha tenido que tragarse otra buena parte de su discurso pregubernamental. Lo que ahora se ha tragado no son los alegatos contra la corrupción o los de la limpieza como el santo y seña que identifica a la coalición que lidera en Andalucía. Lo que se ha embuchado ha sido su discurso acerca de la intocabilidad de los salarios de los trabajadores. La culpa la tienen los recortes salariales de los empleados públicos de la Junta de Andalucía. Así ha entendido la austeridad el gobierno del que Valderas es vicepresidente y no vale echar la culpa a otros porque los recortes exigidos para cuadrar el déficit podían haberse hecho en otras partidas. Dicen las malas lenguas que esa forma de austeridad es una venganza a cuenta de los conciertos de pitos y silbidos con que los funcionarios rechazan el proyecto de colar de matute a veinte mil trabajadores —muchos de los cuales sin más mérito que ser paniaguados del PSOE— en la función pública; algo que a otros les ha costado años de preparación, esfuerzo y sacrificio. Sea como fuere, Valderas ha entrado en contradicción flagrante entre lo que ha venido diciendo y ahora hace y tiene a un sector de Izquierda Unida que trina. Por eso ha lanzado el primer chorro de tinta, cual cefalópodo acosado, de los muchos que le veremos arrojar conforme transcurran los meses.

El chorro de tinta ha sido posponer los recortes salariales hasta que se vea el recorte con los sindicatos a quienes como también les toca apretarse el cinturón —la propia estructura sindical ha dejado sin empleo a parte de sus trabajadores— se mostrarán comprensivos y asumirán los recortes, a cambio de alguna concesión con la que salvar la cara. Pero el morlaco del déficit sigue ahí obligando a adelgazar el presupuesto para cumplir con los dos mil quinientos millones de euros y todo lo que se le ocurre es lanzar otro chorro de tinta y propone —un brindis al sol para tranquilizar los ánimos de la parroquia— recortes en las cuentas de la Casa Real o el presupuesto de España en la OTAN en los presupuestos generales del Estado de 2012. El problema de Valderas, que se quedó sólo en su iniciativa parlamentaria, es que ahora no vale brindar, sino que hay que lidiar al toro del déficit y estoquearlo. Por eso para completar su brindis lo adornó con la propuesta de que la Iglesia pague el Impuesto de Bienes Inmuebles, que es un impuesto municipal. Lo que la tinta del cefalópodo no puede ocultar es la cantidad de familias andaluzas que comen a diario, pagan el recibo de la luz, el alquiler de la vivienda gracias a Cáritas, que no es precisamente una franquicia de los sindicatos con los que pretende ajustar —en unos días veremos hasta donde es una burda maniobra para justificarse— los recortes salariales de los vapuleados empleados públicos, los mismos que no participaron en el jolgorio de encofradores, escayolistas, tabiqueros y otros operarios del ramo en tiempos del despilfarro.

www.josecalvopoyato.com

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