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El mundo taurino y equino alaba la figura de Antonio Cañero

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Destacan su carácter innovador y sabiduría en el arte del toreo a caballo a la española

Día 21/09/2012

Innovador, valiente, máxima figura del rejoneo, erudito, simpático, cordial, precursor del toreo a caballo actual, autodidacta en moda y un inmenso caballista. Así, entre otras virtudes, recreó el mundo del toreo y del caballo de la provincia de Córdoba la figura de su paisano Antonio Cañero, quien recibió un sentido homenaje ayer en el marco de la X Feria del Caballo de Córdoba, Cabalcor 2012.

En este sentido, los ganaderos de equinos le tienen un especial aprecio por el amor que el rejoneador fallecido en 1952 prefesaba a estos animales. «Era alguien que sabía domar muy bien a los caballos, de los que algunos eran de raza española y otros, de raza cruzada, y era un gran caballista», apuntó Enrique Lovera, presidente de la Asociación de criadores de caballos Andaluces en Córdoba.

Películas y documentales

Pero quien más conoce su persona, Domingo Echevarría, vicepresidente de la Federación Provincial Taurina de Córdoba y escritor, además ha tenido la suerte de «verle» cabalgar, gracias a las películas y documentales que se rodaron sobre él y que están en posesión de la Asociación Campera Antonio Cañero. «Hay una escena que impresiona, en la que se ve a un caballo pastando a orillas del Guadalquivir y llega él por detrás para saltar sobre su lomo como si fuera un indio y empezar a cabalgar a pelo a toda velocidad», evocó Echevarría. Y es que, de formación militar y siempre relacionado con estos animales, «sabía adaptar a la perfección su cuerpo al movimiento que hiciera el caballo y lo sabía acompañar como en una danza natural al compás entre caballo y jinete», añadió.

Tenía uno en particular llamado «Galápago» famoso por rematar al toro de una coz mientras saltaba para evitarlo y que Ruano Llopis inmortalizó en una de sus obras.

Otro que también tuvo la suerte de «disfrutar de su arte» a través de películas fue el torero José Luis Moreno, quien, a pesar de reconocer que los documentos gráficos de la época -años 20 del siglo pasado- no eran precisamente de una calidad destacada, «se nota en las imágenes su personalidad y su arrojo». Porque supo trasladar muy bien su faceta de domador de caballos a las plazas de toros. De hecho, Cañero toreó a pie hasta 1921, fecha en la que recibió una cogida en San Roque que le afectó a la rodilla y el tobillo, por lo que decidió dedicarse al rejoneo. Antes de eso fue corneado muy grave (en el cuello y en el muslo) en Córdoba en 1917 y al año siguiente en Palma del Río. «Comentan que era muy valiente en la plaza», se aventuró a señalar, por su parte, «Chiquilín», exmatador y actual presidente de la Escuela Taurina de Córdoba, «pero en lo que realmente dejó impronta fue en el rejoneo, porque innovó este arte y dio forma a todas las normas modernas del toreo a caballo», dijo.

También Antonio Sanz, presidente de la Federación de Peñas Taurinas cordobesas, le recuerda así. «Fue el precursor del toreo a caballo a la española, estableció el actual orden de varillas e implantó en las plazas el traje corto campero, ya que hasta él se vestían a la portuguesa», explicó.

De hecho, llegó a diseñarse su propio tipo de sombrero, algo más alto que el cordobés para estilizar su esbeltez y su gran altura, hasta el punto de que en la actualidad a ese tipo de sombreros se le conoce por Cañero, tal y como le explicó en su día a Domingo Echevarría el sombrerero cordobés Ángel Barrilero.

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