Era hombre de hábito y entorno, y que no se olvide mencionar «El Tuta» y el rincón de la Plaza Octogonal donde escribía, pero seguro que anoche Vicente Núñez, tan poco amigo de alejarse de Aguilar de la Frontera, se hubiera sentido feliz al verse, aunque fuera en la evocación del espíritu, en la terraza del Museo Arqueológico.
Allí le recordaron sus amigos poetas diez años después de su muerte y glosaron su figura, ante un auditorio abarrotado como lo están casi todos los de esta edición de Cosmopoética. Fue el hijo menor de «Cántico», el autor que sin haber formado parte del grupo mantuvo relación de amistad con sus miembros y ya es inseperable de ellos. «Siempre quiso ser parte de Cántico y siempre se sintió canticónamo», dijo Guillermo Carnero, poeta del grupo de los Novísimos y estudioso de la estética de la revista cordobesa. «Tiene todo el derecho del mundo a estar en Cántico y nosotros a colocarlo allí», concluyó, para después contar que fue «un florón de oro» en la corona del grupo poético cordobés, que Carnero contribuyó a reinvidicar en los años 70.
Pablo García Baena fue en la misma dirección, y el título del texto que leyó era explícito: «Vicente Núñez, poeta de Cántico». El escritor, amigo del autor de «Ocaso en Poley», reconoció que hay «tantas razones válidas como no válidas para incluir a Vicente en Cántico».
Recordó un poema que había dedicado a Ricardo Molina, lo que acreditó su proximidad a la estética, y no olvidó dejar destellos de su exquisito verbo: «Lástima que vea este acto desde la altura de la serenidad, desde el doselete desde el doselete de la celeste Córdoba enjuta».
El escritor y el personaje
«Vicente Núñez fue un canticómano. Tenemos todo el derecho del mundo a colocarlo allí»
El periodista Jesús Cabrera dio paso a Luis Antonio de Villena con una pregunta que daba en una de las claves: si le sorprendió más conocer al poeta o a la persona. «Ambos», dijo, para después relatar cómo fue a Aguilar, guiado por Pablo García Baena, y encontró a un personaje que enriquecía notablemente su faceta de escritor. Destacó su teatralidad al leer, que daba una nueva visión a sus obras y ayudaba a comprenderlas, y el lado evocativo de las palabras, presente en sus pensamientos. «Es lo único que se ha perdido con él», afirmó.
Villena, en una reciente antología de Cántico, ya había incluido a Vicente Núñez, y lo volvió a argumentar anoche: «Con toda justicia podía estar en Cántico, porque pertenece al Cántico suprahistórico, al Cántico final. Quiso ser de Cántico, pudo ser de Cántico, luego es de Cántico».
También Fernando Delgado recordó un encuentro en Aguilar, junto a Luis Antonio de Villena, y lo vio dentro de Cántico en cuanto a visión del mundo, iconos próximos y reflexiones similares. Así las cosas, y con tanta unanimidad, se acabaron los asteriscos y las salvedades al poner a Vicente Núñez en la lista de Juan Bernier, Ricardo Molina, Mario López, Julio Aumente y Pablo García Baena.




