
El juez de menores de Granada, Emilio Calatayud. ABC
Actualizado Miércoles, 18-02-09 a las 14:14
Emilio Calatayud, juez de Menores de Granada, subraya los riesgos que puede suponer que la desaparición de Marta del Castillo se convierta en un circo mediático. Considera que en un caso como éste, en el que la investigación sigue abierta y no se ha encontrado aún el cadáver, es decir, en el que aún «todo está en el aire», hay que tener mucho cuidado con la información que se transmite por los medios de comunicación porque se pueden cometer errores de importancia y transmitir a la sociedad unos datos completamente equivocados.
Calatayud alertó del riesgo que supone que se estén haciendo entrevistas a menores relacionados con el caso, así como que se difundan imágenes de estos menores con otros jóvenes que pueden destrozar la imagen de éstos y hacer mucho daño tanto a la familia de la joven desaparecida como a la de los imputados por la desaparición de la chica.
Para el juez de Menores de Granada no sólo hay que ponerse en el lugar de los padres de Marta, a quienes resulta difícil explicar los acontecimientos tan dramáticos que están viviendo y cómo les pueden afectar las imágenes que se están difundiendo de su hija, sino que también habría que preguntarse cómo están viviendo los hechos las familias de los que están imputados por la desaparición de la joven. «Nadie —apuntó— se acuerda de los padres de los acusados. ¿Cómo se sienten esos padres que no tenían ni idea de que sus hijos sabían algo del caso?»
Por todo ello, y sobre todo porque el caso sigue abierto, no ha aparecido el cadáver y no se sabe cuál puede ser la estrategia de la defensa, el juez Calatayud animó a los medios de comunicación a la prudencia y a ser pacientes. Consideró que hay que dejar trabajar a los especialistas de la Policía en vez de querer obtener y transmitir datos de una forma rápida que, al final, pueden ser erróneos.
Respecto al hecho en sí, y a la actitud que pueden tener las familias en casos como éstos, el juez de Menores de Granada destacó que se trata de algo muy difícil porque «cualquiera de nosotros puede encontrarse en una situación así, tanto de un lado como de otro. Es difícil conocer en qué ambiente se mueven nuestros hijos y, aunque se conozcan, quién me dice a mí si un amigo le pide algo a mi hijo qué podría hacer éste. Es un caso que puede hacer mucho daño a las familias».

