Córdoba

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El yerno perfecto

Su perfil y la crítica coyuntura que vive la ciudad atisban un matrimonio idóneo bajo el riesgo de lo previsible

Día 27/11/2010
CÓRDOBA
Si a cualquier madre le plantaran una fotografía de José Antonio Nieto y le preguntaran si ve en él al yerno perfecto, no cabe la menor duda de que la respuesta sería afirmativa. Prudente, buena presencia con un toque desenfadado, joven pero experimentado, correcto. Si además la hija, de una belleza extraordinaria y una valía aún mayor, atravesara por unos momentos inestables y precisara de un impulso, un cambio para explotar esas virtudes..., ¿qué dirían que pensaría la madre?
Hay quien se plantea este símil para explicar el reto de Nieto (Guadalcázar, 1970) en las próximas elecciones municipales. Sabrán ya quién es esa metafórica hija con enormes posibilidades y venida a menos. Las encuestas apuntan a que el «sí» será mayoritario, pero el exceso de confianza y la gestión de una corriente que asume y es favorable al cambio se han tornado ya como el primer escollo para este dirigente popular, que echó los dientes en el CDS de su abuelo.
Ahora o nunca. Nieto tenía mucho que ganar en 2007 frente a una Rosa Aguilar en caída libre y, a las vueltas del tiempo, con la maleta recién hecha. Y salió victorioso con 12.000 votos de ventaja y el fuelle de la abstención que castigó a IU y Aguilar. Ahí arrancó una evolución meteórica como cartel electoral por generales, autonómicas y europeas que pasó de copar el 43,96% de votos en la capital en 2007 al 49,4% de las europeas de 2009 —con los matices que cada encuentro con las urnas conlleva—.
Pero en esta cita que se avecina, el líder de los populares cordobeses tiene más que perder que ganar. El «pacto de progreso» se volverá a repetir si no pasa el umbral de los 15 concejales. Él mismo lo corroboró en una entrevista en este periódico cuando lanzó el reto de marcharse si no consigue una victoria por mayoría absoluta. El noviazgo no puede durar toda la vida.
Aunque pudiera parecer lo contrario, la biografía de Nieto esconde el retrato de decenas de miles de jóvenes de la provincia que estudiaron en Córdoba y aquí se quedaron. Viajaba cada mañana desde Guadalcázar al Instituto Averroes, donde hizo Bachillerato y el COU. Pasó por Derecho, donde se licenció. Pasó por el Sector Sur, cuando el barrio rezumaba ambiente académico con residentes y estudiantes de «La Normal».
Luego llegó el salto a la política por las tripas de las nuevas generaciones del PP en el fulgor de Aznar. Allí se aprende mucho sobre la nueva politología y el márketing. De una experiencia interesante en una fundación que trabajaba con Iberoamérica desde Madrid, a Córdoba como asesor en el Ayuntamiento. Luego la Diputación y, más tarde, Capitulares. En la primavera de 2004, cuando Rafael Merino, el único dirigente capaz de romper la hegemonía del PCE e IU en el «Califato Rojo», se marchaba de diputado a Madrid, cogía las riendas del grupo municipal con apenas 34 años. Aunque su conocimiento era bajo frente a un fenómeno como el de Aguilar, no tardaría en situarse como referente opositor en unos años cruentos entre IU y PSOE con el urbanismo irregular y el socialista Antonio Hurtado en Capitulares, lo que le allanó el camino. Entre tanto, logró pacificar un partido que aún se lamía las heridas de la revuelta de los catetosy la expulsión de Enrique Bellido y en el que hay que hacer equilibrios con las diferentes familias de la derecha cordobesa.
En todo este tiempo también acumula críticas y dobleces a su impoluto perfil de yerno perfecto. Es obvio que no ha gestionado nunca, no tiene esa experiencia que matiza el discurso y da cabida al pragmatismo —que se lo digan a IU—. Y si una cosa va a necesitar quien llegue al sillón de la Alcaldía en junio próximo va a ser gestión, gestión y gestión, porque la situación que atraviesa el Consistorio y sus arcas, la ciudad (rozando los 41.000 parados) y el tejido socioproductivo es más que penosa.
Su trazo político en este tiempo, en el que ha multiplicado su grado de conocimiento y valoración y hasta ha sabido nadar en las procelosas aguas del populismo, peca, a veces, de un tono políticamente correcto excesivo. Nada y guarda la ropa cuando se topa con trincheras muy incómodas para el PP y arrojadizas para la izquierda (igualdad, cooperación internacional, servicios públicos...) y no termina de soltarse en cuanto a las medidas concretas que aplicará si gobierna en tan delicado contexto municipal. No obstante, el futuro del centro de congresos, con informes municipales contrarios, una financiación sin cerrar y una gestión en duda, ha servido de piedra de toque para asumir el riesgo de negarse a que sea el momento y el formato más idóneo para que la ciudad no se vea hipotecada de plano con un proyecto que dura ya una década y presenta una factura de 7 millones de euros sin primera piedra.
Medidas y temas calientes
En esa línea hay muchos temas en los que las próximas semanas serán testigo de que la opinión pública deba y tenga que conocer qué hará al respecto a quien todos señalan como alcalde: estadio, Gómez-Colecor, parcelaciones, Feria y tradiciones; Policía y tráfico; empresas municipales; deuda e impuestos; atracción de empresas... o generar una confianza en la que mucho tendrá que decir el equipo con el que cuente, aunque nunca ha sido amigo de cambios drásticos. Como en la precampaña de 2007, el ingenio y la frescura se instala en su forma de trasladar el mensaje a la calle, con un claro guiño a los más jóvenes. De los talking corner—mítines espontáneos subido a un cajón en plena calle— a la aplicación de Internet y las redes sociales o el vuelo en avión, con el que quiso lanzar el doble mensaje de la perspectiva y la ambición.
Sabe que la participación va a ser clave en las urnas el día 22 de mayo. El contexto general político —ni que decir tiene el clima social por la crisis— y la inercia que lleva le favorecen. La autocomplaciencia de su electorado al verlo ganador, le perjudica. Está optando por un perfil medio-bajo para no despertar al votante de la izquierda que anda desencantado.
Tiene el respaldo unánime y convencido de todo el partido. Desde un Mariano Rajoy que ha recalado en Córdoba en los últimos tres años casi una decena de veces, hasta Javier Arenas, en cuyo círculo de confianza está más que valorado, así como toda la galería de ilustres del PP y los valores en alza de la formación a nivel nacional o regional. Una palanca de acción clave si en las generales cae la balanza hacia el lado popular, y ni que decir tiene, si Arenas logra la machada en Andalucía. Sólo falta que la niña y la suegra hablen.
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