Córdoba

Córdoba / EL ESTILITA

Eufemismos

Son lo contrario de llamar al pan, pan, y al vino, vino, es decir, una forma de manipular ideas cuya expresión resulta incómoda

Día 30/11/2010 - 08.40h
Con el enunciado «Encuentro sobre ecofeminismo: Una mirada de género al medio ambiente», la Consejería del ramo ha patrocinado unas conferencias en Sevilla los días 26 y 27 del corriente, al tiempo que ha aprovechado para repartir ejemplares de su «Guía sobre comunicación socioambiental con perspectiva de género», un divertido folletito editado en el 2007, lamentablemente sin versión digital, del que los lectores de ABC tuvieron hilarante noticia en el completo reportaje de Mercedes Benítez publicado el pasado sábado. No es la primera vez que la Junta nos alecciona sobre lo que podemos decir y lo que no, según lo que ella entiende por un lenguaje no sexista, si bien es cierto que en esta ocasión sus ingenios brillan con luz propia. Lo de que no digamos «los futbolistas» sino «quienes juegan al fútbol», es casi insuperable. Aunque todavía mejor sería que recomendasen no nombrar a «los socialistas» sino a «quienes juegan con la sociedad»...
Pero lo verdaderamente original en este caso lo ha aportado la Diputación de Córdoba, que al anunciar el evento lo ha titulado «Encuentro sobre eufemismo: Una mirada de género al medio ambiente» (Pueden comprobarlo en su Web). Permítanme que personalmente prefiera pensar que la palabra no es una errata ni un lapsus linguae del mantenedor de la página, sino que viene conscientemente a ocupar el sitio que le corresponde en el tinglado de esta farsa. Un aplauso, pues, si así ha sido, para la Diputación.
Un eufemismo es lo contrario de llamar al pan, pan, y al vino, vino, es decir, una forma de manipular ideas cuya exacta expresión resulta incómoda a los oídos sensibles de la corrección política. Por ejemplo: ¿Qué es «un servicio» ? Un servicio, considerado bajo un punto de vista eufemístico, puede ser desde un retrete a una felación, pasando por el conjunto de utensilios dispuesto para un comensal. Los eufemismos, ciertamente, sirven para edulcorar los conceptos, pero también inducen a su confusión. Toda jerga eufemística, en el fondo, denota mala conciencia del que la propone. Porque supongo que de eso se trata. Hay que sacar a la gente de sus casillas. Hay que hacerles fruncir el ceño y que se pregunten si se les está tomando el pelo. Porque cuando lo hayan hecho muchas veces, dejarán de preguntárselo. Maeder decía, hace ya más de cincuenta años, que todo el que pretenda imponer su dominio al hombre ha de apoderarse de su idioma. En «El leguaje en el Estado totalitario» determinaba los rasgos de este. La arenga, la propaganda triunfalista, la ideologización constante, la deformación de los conceptos, la abstracción exagerada junto a la pretensión científica, el formulismo partidista y la ambición última de poseer la verdad absoluta, siquiera sea como utopía... No otra cosa es este lenguaje ecofeminista que nos parece un disparate, pero que busca, aparte del sesgo feminoide de la madre tierra, transmutar valores en pos de un señuelo de sostenibilidad que no va más allá, conceptualmente, de la economía del trueque y de los mercadillos ambulantes. No otra cosa, pues, es este lenguaje eufemístico que tan oportunamente nos ha descubierto la Corporación Provincial. Bienvenida sea su conversión al sentido común.
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