El viernes 10 de diciembre se cumplieron 54 años del fallecimiento de Manuel Enríquez Barrios (1867-1956), abogado cordobés que destacó en diferentes puestos de responsabilidad de una ciudad que lo tiene como Hijo Predilecto, entre ellos en la Alcaldía. Su memoria queda vinculada a un barrio, Ciudad Jardín, donde tiene dedicada una calle y un centro escolar.
Doctor en Derecho y Filosofía y Letras, se dedicó a la abogacía desde 1904, sobresaliendo desde entonces en el ejercicio de la profesión por sus dotes y por la elocuencia de su oratoria. Al cumplirse en 1954 las bodas de oro de su pertenencia al Colegio de Abogados de Córdoba, del cual era decano, éste le rindió un homenaje, en el transcurso del cual se le entregó la distinción de Hijo Predilecto de la Ciudad, que el Ayuntamiento le había concedido en ese año.
Su actividad política, dentro del Partido Conservador, se concretó como alcalde de Córdoba entre el 29 de noviembre de 1913 y el 1 de enero de 1916. En 1922 ocupó el cargo de director general de Enseñanza Primaria y en abril de 1923 resultó elegido diputado en Cortes, cesando como tal tras el golpe de estado de Miguel Primo de Rivera en septiembre de dicho año. Luis González Gisbert escribió de él: «Fue siempre dejando estela de su caballerosidad, su hombría de bien y su inagotable caridad».
En su faceta cultural destaca su pertenencia a la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, donde fue director en dos ocasiones durante el siglo XX. En 1922 fue el primer presidente de Autobús de Córdoba, primera empresa de capital privado que hubo en ese sector, que comenzó a operar el 20 de noviembre con nueve autobuses. Católico practicante, también destacó su colaboración con la Casa Social Católica, el Comedor de Caridad y la Acción Católica, que presidió muchos años.
Enríquez Barrios falleció a los 89 años de edad. Sus funerales, el 11 de diciembre de 1956 en la parroquia de la Trinidad, fueron presididos por el obispo fray Albino González. Estuvieron presentes el Ayuntamiento en pleno, el gobernador civil, otras autoridades y las corporaciones a las que perteneció. Terminada la ceremonia, el cadáver fue trasladado a hombros de los concejales al cementerio de la Salud, siendo precedido por batidores a caballo de la Guardia Civil y las cruces parroquiales de la capital.
Inmediatamente, el Ayuntamiento le rindió homenaje dedicándole la calle «Abogado Enríquez Barrios» y rotulando con el nombre de Enríquez Barrios un colegio público ubicado en la calle Maestro Priego López. Ambos, vía y centro docente, en el nuevo barrio de Córdoba que acababa de nacer y estaba creciendo rápidamente, Ciudad Jardín, llamado a convertirse en uno de los enclaves más populosos y clásicos de nuestra ciudad.
En la posguerra se había iniciado la construcción de Ciudad Jardín, paradójico nombre para un barrio al que las ampliaciones de la década de los sesenta lo transformarán en un auténtico hormiguero humano, sin espacios verdes. Sus calles primeras, como Siete de Mayo, sí respondían al esquema inicial de casas unifamiliares con un pequeño jardín. Luego, no sería sino hasta finales de los años noventa cuando se dotó de su primer gran parque, los Jardines de Juan Carlos I.
Ciudad Jardín siempre ha sido un barrio de clase media acomodada y de pisos de universitarios, lo que le ha garantizado la animación. Últimamente, también la amplia colonia hispanoamericana que existe en Córdoba lo ha escogido para residir. En su corazón surge, como emblema del barrio, la plaza de Costa Sol, la plaza del abeto por el árbol plantado en su centro. Su primera parroquia se alzó en 1963, La Inmaculada y San Alberto Magno, y las principales calles que lo forman son, entre otras, Infanta Doña María, Previsión, Alcalde Velasco Navarro, Damasco, Camino de los Sastres y Antonio Maura.
POR JUAN JOSÉ PRIMO JURADO




