Lo único que quedó claro durante el juicio celebrado ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial es que uno de los acusados, F.J.V.P., alias «El Caracoles», sí participó en el atraco perpetrado en la madrugada del 22 de marzo de 2009 en el bar Las Tres Culturas en La Viñuela. Todo lo demás sigue en el aire a la espera de que hoy declare una de las testigos que ayer no compareció, por lo que fue sancionada con una multa de 150 euros, y que, a tenor de las acusaciones particulares, sus palabras pueden ser «relevantes».
El otro acusado, A.G.R., alias «El Manye», que presuntamente llevaba la pistola que acabó con la vida de uno de los clientes que se encontraban en el bar en ese momento e hirió a otro más en el brazo, negó haber estado nunca dentro de ese establecimiento (aunque los peritos policiales localizaron una huella dactilar suya dentro), haber participado en el atraco y tampoco haber planeado el robo.
Es más, A.G.R. llegó a asegurar que si está acusado de esos hechos es porque F.J.V. le implicó en venganza de una deuda de 60.000 euros que no le había pagado a cambio de dos kilos de plancha de cocaína. Por su parte, F.J.V.P., quien reconoció que portaba un machete en el momento del atraco, «aunque no lo utilicé contra nadie y lo llevaba sólo para intimidar», desveló que participó en el atraco obligado por el otro, ya que le amenazó a él y a su familia si no lo hacía, y que, de haber sabido que el arma estaba cargada, «no hubiera participado».
De hecho, «El Caracoles» declaró que cuando ambos estaban en prisión, A.G.R. intentó acabar con su vida, razón por la cual se ha abierto otra causa en los juzgados, por lo que el juez no lo consideró relevante para el caso.
En cualquier caso, ninguno de los numerosos testigos que ayer comparecieron pudieron determinar si ambos acusados fueron las que cometieron el atraco mortal, puesto que ambos llevaban la cara tapada —uno con dos jerséis enrollados y el otro con un pañuelo de corte palestino—. Aunque sí coincidieron en su mayoría que el que llevaba la voz cantante (gritó: «¡Quietos, que os mato!»), quien inició la pelea y quien parecía más peligroso era el portador de la pistola, hasta el punto de que realizó entre cuatro y cinco disparos, mientras que el que iba armado con el cuchillo de grandes dimensiones se limitó a forcejear con los clientes antes de ser ambos expulsados del local.
Durante el registro en la casa de A.G.R., la Policía localizó numerosos proyectiles de bala de diversos calibres y cargadores de pistolas, «que tenía porque me gustan y los colecciono», así como un pasamontañas y unos guantes escondidos en unos altavoces, «que usaba para ir al campo de caza».
