«A la memoria de quienes murieron por la República, la libertad y la democracia». Éste es lema que se lee en los muros que el Ayuntamiento inauguró ayer en los cementerios de San Rafael y de La Salud para recordar a las víctimas de la Guerra Civil en Córdoba, o para ser más precisos a las de sólo un bando, pues en la citada inscripción queda claro que los fallecidos a cuenta de la violencia del bando republicano, que las hubo en Córdoba, no merecen para el Ayuntamiento ningún tributo.
La colocación de los monolitos le ha costado al Consistorio —esto es, a los ciudadanos descendientes de quienes se vieron inmersos en la contienda civil fueran afines a una u otra facción— 61.000 euros, una cantidad nada desdeñable si se tienen en cuenta las apreturas de la Hacienda local pero comprensible en la clave preelectoral del acto que presidió ayer el alcalde, Andrés Ocaña, y al que no asistió el grupo municipal del PP argumentando que era incompatible con la agenda de sus concejales. «Todos debemos compartir los valores y el sentido de la democracia de quienes perdieron su vida por defenderla», declaró el regidor durante la ceremonia a modo de reprimenda a la oposición municipal.
Con todo, la exclusión evidente de una parte no desdeñable de las víctimas del conflicto armado no es la única salvedad imputable a los monolitos que se han descubierto apenas dos meses antes de la celebración de los comicios locales y con Izquierda Unida tratando de ganarse la confianza del segmento más ideologizado de sus simpatizantes. Porque las listas de nombres que contienen los muros —2.311 en total— no responden en algunos casos a víctimas reales de la Guerra y contienen en ocasiones errores de identificación que salen a luz a poco que se haga una investigación histórica más concienzuda que la que ha realizado el Ayuntamiento.
Sobre la relación de nombres que maneja el Consistorio, y que es la que aparece en los muros inaugurados ayer, otras fuentes no municipales especializadas en la contienda sostienen que al menos 50 personas que figuran en ellas no murieron realmente a cuenta de la violencia que sacudió el país entre 1936 y 1939. Un ejemplo: Pedro Garrido Chica aparece en los listados de piedra que ya se pueden consultar en los camposantos cordobeses como si fuera una víctima del conflicto, pero lo cierto es que, como acredita el Registro Civil y la prensa de la época, se trataba de un vecino que falleció arrollado por un vagón mientras recogía carbonilla de la vía férrea. Además, en los listados «oficiales» de los muros se cuentan al menos una decena de personas que aparecen duplicadas porque quienes han elaborado la investigación municipal los han contado dos veces, tantas como aparecían por error en los registros de la época.