Córdoba

sol921

Córdoba / CONTRAMIRADAS. RESPONSABLE DE LA CASA ANDALUSÍ

Salma Al Taji Al Farouki: «Estamos muy lejos de lo esencial»

Vino hace más de 20 años con el filósofo Roger Garaudy para difundir los valores de Al Andalus y ya es parte del paisaje humano de Córdoba. He aquí a una palestina y el proyecto crucial de su vida

Día 27/03/2011 - 12.06h

Se respira un penetrante sosiego en la Casa Andalusí. Un patio frondoso, una fuente y un incesante desfile de turistas que husmean entre los objetos y las habitaciones. Tocada con su tradicional atuendo árabe, Salma Al Taji desciende por las escaleras y nos acompaña hasta una amplia sala en la primera planta. Nos sentamos en un cómodo diván en forma de ángulo, mientras el sol de primavera entra a raudales a nuestra espalda. Una chimenea encendida crepita un poco más allá.

—Es difícil no ser espiritual en un sitio como éste.

—Yo siempre digo que es la persona la que hace al espacio y no el espacio al hombre. Hemos perdido el contacto con los elementos. Hemos perdido la magia. Es una pena. Y estamos cada vez más lejos de lo esencial.

—¿Y más cerca de dónde?

—Yo diría que del fracaso total.

—¿No aprecia los avances tecnológicos, el desarrollo?

—Hemos visto una catástrofe en Japón, en Chernóbil. No somos conscientes de la unidad de la creación y del universo. Es el hombre quien siempre la rompe, quien pone fronteras.

Salma Al Taji Al Farouki y el filósofo francés Roger Garaudy llegaron a Córdoba hace más de veinte años para poner en marcha una fundación para la recuperación y difusión de Al Andalus. Córdoba fue la última estación de una azarosa vida que arrancó en Jerusalén poco antes de la primera guerra árabe y el establecimiento del Estado de Israel. «Tuve una infancia preciosa. Mi madre me decía que entonces no se distinguía quién era cristiano, quién judío y quién musulmán. Mi tío estaba casado con una judía. Al fin y al cabo, somos “gente del libro”. No había ningún tipo de enfrentamientos. Estudié con las monjas católicas porque mis padres pensaban que la educación occidental era la mejor. Mi madre hablaba cuatro idiomas y mi padre estudió en Oxford. Después del acuerdo de Balfour llegaron miles de judíos de Europa y en 1948 empezó la guerra y nos fuimos cuando empezaron las masacres». Desde entonces, su vida ha sido un interminable periplo: Egipto, Arabia Saudí, Suiza, Córdoba. Y nunca ha regresado a Jerusalén, su ciudad natal.

—Vinimos a Córdoba para promover el diálogo de las culturas y recordar que en la historia hubo un tiempo de acercamiento a todas las personas de fe, no sólo abrahámicas. Dios nos creó diferentes, como los dedos de una mano.

—A la humanidad le cuesta tolerar al diferente.

—¿Por qué 1 Usted no me conoce y estamos aquí saludándonos. ¿Me ve como una enemiga? Yo puedo aprender de usted y le puedo informar de cosas que le enriquezcan. Aquí había una cultura de muchos siglos. Es la cultura andaluza. No es mi cultura: es la vuestra. Islam significa sumisión a Dios y la peor idolatría es que uno siga sus propios deseos.

—¿El hombre no puede seguir sus propios deseos?

—No. Esta es la idolatría más perversa y peligrosa.

—¿Qué deseos debe de perseguir el hombre?

—El hombre siempre pide derechos y olvida los deberes. Uno debe vivir en armonía con lo que le rodea y no crear tensiones alrededor de ti. Facilitar la vida a los demás. Todo está en armonía: los árboles, la naturaleza, el aire, el agua, los animales.

—¿Cuánto hay de mito en Al Andalus?

—No lo creo. Ha sido una época vivida que los libros siempre mencionan como algo real, no como un mito. Claro que no todo fueron virtudes. Lo que importa es que lo positivo supere a lo negativo.

—¿La convivencia es posible?

—Claro. Si usted decide venirse a esta comunidad y ayuda cuando debe ayudar, ¿qué factores pueden crear problemas? Es como un cuerpo con muchos miembros: todos están en armonía y son diferentes. Tenemos que ser consciente de la vida. Es un tesoro. No es un peso. Dios no ha creado el hombre para sufrir.

—¿Qué buscaban en Córdoba?

—No buscábamos nada. Llegamos por invitación del señor Anguita, uno de los pocos verdaderamente consciente de la importancia de Córdoba en la historia universal.

Sobre la Mezquita

—¿Córdoba es el «paraíso perdido» para los árboles?

—No diría eso. Cuando el pueblo se apaga, siguen los rescoldos y si se sopla puede haber algo mejor que entonces. La gente debe tener ganas de luchar. Como, por ejemplo, la Capitalidad.

—¿Mezquita o Catedral?

—Los nombres me importan poco. Son las actitudes, la gente, lo que me importa. Si tú vienes y eres budista y es la hora de la meditación te dejo un espacio encantada de la vida. No te voy a decir que no, que esto es un espacio musulmán. Es absurdo. La vida lleva el soplo de Dios. Dudo mucho que hayan reflexionado con sabiduría sobre la decisión de cambiar el nombre. Hay una aleya coránica que dice: «Quieren ocultar la luz de Dios».

—¿Por qué un mismo Dios divide tanto al mundo?

—Somos nosotros quienes nos dividimos. Dios nos da todas las oportunidades para unirnos. Para hacer el bien.

—Por cierto, hay vientos de revuelta en el mundo musulmán.

—Cada situación injusta cambia tarde o temprano. Como aquí con Franco.

—¿Turquía es el modelo?

—Es difícil decir qué país es un modelo. Turquía tiene una historia muy profunda. Cuando pidieron ser miembros de la UE, deberían haber estado felices.

—¿Hay que parar a Gadafi?

—Es normal. Si tú vas por la calle y ves a un padre pegando a su hijo, que está llorando y tirado en el suelo, y no haces nada, es que no tienes corazón. No mereces ser humano.

—¿Qué espera del mundo árabe?

—Que vuelvan a la fuente de la enseñanza del Profeta. Él nos manda misericordia con los demás.

—¿Y el Profeta quiere la democracia para el pueblo árabe?

—Cuando usted habla de democracia, ¿a qué se refiere?

—A que la gente pueda elegir a sus dirigentes.

—Claro. Esto ha sido siempre una de las cosas más importantes en el mundo musulmán. En cualquier sociedad ven quién es el más sabio y lo eligen. Es una cosa muy natural. Todo está sometido a la voluntad de Dios.

—¿Hay salida para Palestina?

—No habrá soluciones hasta que el hombre no cambie. Lo dice el Corán: «Dios no cambia la condición de un pueblo hasta que ellos mismos no cambian».

—¿Quién tiene que cambiar?

—Todos. Los seres humanos. No puedo venir a criticarte sin ver mis errores e intentar mejorar.

—Musulmana, palestina y viviendo en la calle Judíos. ¿Cómo se siente?

—Muy bien. En armonía total. He tenido siempre amigos judíos de una calidad humana excepcional. Aquí he tenido visitas de familias que venían de Israel y al saber que soy palestina me invitaron a comer. Todos somos seres humanos antes que negros o blancos.

—¿Fuera de Dios hay salvación?

—Yo viví mis 30 primeros años sin conciencia de nada. Es difícil que haya salvación si entre la vida y la muerte no tomamos conciencia. Si no somos capaces de vivir lo divino y no perder la magia de la vida. Una rosa sin perfume no es lo mismo.

—¿Qué hará el 22 de mayo?

—No me interesan las elecciones municipales. Estoy muy dolida. Garaudy y yo vinimos aquí y dejamos algo muy bonito. Es una pena que hayan cambiado el nombre de la fundación. El 22 de mayo rezaré para que el amor y la paz entre en nuestros corazones.

Búsquedas relacionadas
  • Compartir
  • mas
  • Imprimir
publicidad
Consulta toda la programación de TV programacion de TV La Guía TV

Comentarios:
Lo ?ltimo...

Copyright © ABC Periódico Electrónico S.L.U.