«El Ángel perdido» es el título de la nueva novela de Javier Sierra. Ha tardado en llegar. Desde que en 2005 publicara «La Cena Secreta», donde hizo una radiografía interpretativa de la Última Cena que Leonardo da Vinci pintó para el refectorio del convento de los dominicos de Milán que dio la vuelta al mundo y se convirtió en uno de los mayores éxitos editoriales de una autor español contemporáneo, no había dado a la estampa una novedad. En los seis años que median entre «La Cena Secreta» y «El Ángel perdido» ha revisado una novela anterior «La Dama Azul», dedicada a sor María Jesús de Ágreda, una monja visionaria que fue consejera de Felipe IV, con quien mantuvo una interesantísima correspondencia, y de la que se decía que tenía el don de la bilocación —esa cualidad es la que Javier Sierra utilizó como elemento fundamental de su novela— por esa causa fue procesada por la inquisición. Y publicado un ensayo sobre enigmas del pasado, bajo el título de «La ruta prohibida» que era la reunión en un volumen de trabajos publicados en prensa. Quiero decir con esto que la espera, para las actuales exigencias del mundo editorial, ha sido larga. Ha sido larga, pero ha merecido la pena.
En «El Ángel perdido» Javier Sierra ha sabido situar en nuestro tiempo viejas leyendas que tienen elementos comunes en muchas civilizaciones alejadas en el espacio y el tiempo. Ha puesto sobre las páginas de su novela el viejo mito de la llamada Edad Dorada y suma a ello el interesante debate abierto en torno a la existencia en el monte Ararat de llamativos restos relacionados con la referencia bíblica de que allí quedó anclada el Arca de Noé después del diluvio. Se ha documentado a fondo acerca de las nuevas tecnologías relacionadas con los satélites espaciales que rigen nuestras comunicaciones. Ha buceado en aspectos de nuestro sistema planetario y en los cambios que se aprecian en la superficie solar que son objeto de estudio permanente por la comunidad científica correspondiente, que trata de establecer relaciones entre dichos cambios y algunos de los fenómenos que sacuden la tierra. En ese terreno, Javier Sierra se ha situado en la mejor línea de los grandes escritores de best-seller norteamericanos, combinando al mismo tiempo la tradición de los maestros europeos.
«El Ángel perdido» nos acerca a la angelología y a un lenguaje celestial hoy perdido, así como a la figura de John Dee y su famoso espejo negro. A personajes bíblicos envueltos en extrañas referencias, como es el caso de Enoc y Elías: el primero llevado al otro mundo sin haber muerto y el segundo sacado de la tierra en un «carro de fuego».
Javier Sierra ha escrito una excelente novela —sin duda despertará envidias y provocará rechazos entre los de siempre— que cautivará a muchos miles de lectores. Su esfuerzo para documentarse, no exento de dificultades y que explican la tardanza a que aludía más arriba, su habilidad para crear una trama llena de tensión, la vitalidad y el trazo adecuado que nos ofrecen los protagonistas —Julia Álvarez, Martin Faber, el comisario Figueiras, el coronel Nick Allen o el padre Benigno Fornés—, las expectativas que despierta en el lector página a página y un final lleno de ternura y esperanza son un regalo para los lectores.