Por el pasado de Córdoba y su paradigma como escenario del diálogo entre culturas al futuro de Europa adoptando precisamente el mismo paradigma. La ciudad presentó ayer en Bruselas, la urbe que alberga las principales instituciones de la Administración continental, su candidatura a Capital Europea de la Cultura en 2016, y lo hizo defendiendo que su modelo y su historia, además de su patrimonio y su presente, pueden ser decisivas en los próximos años para todo el mundo. La ciudad puso de largo su proyecto con un acto de marcado sesgo institucional que se celebró en la capital belga ante casi dos centenares de personas, entre españoles residentes en la ciudad, miembros de la Embajada y agentes culturales.
Aunque tomaron la palabra también el alcalde, Andrés Ocaña, y el consejero de Cultura de la Junta, Paulino Plata, defendiendo el proyecto en el que trabajan en común, el grueso de la intervención corrió a cargo de la gerente de la Fundación Córdoba Ciudad Cultural, Carlota Álvarez Basso, quien desglosó todos los detalles de un proyecto que en su esencia es el que se ha ido dando a conocer tanto a la sociedad cordobesa como al Comité de Selección que tiene que decidir sobre la designación de 2016.
La intervención de Carlota Álvarez Basso hizo hincapié en los principales logros que la candidatura ha logrado en casi una década de trabajo. Para empezar, ha logrado concitar la unidad de todas las Administraciones, un objetivo muy bien considerado por la Unión Europea, y ha despertado el interés y la ilusión de los ciudadanos, que han participado en las actividades en ocasiones de forma masiva. Ahí recordó las más de 136.000 adhesiones que se han recogido a lo largo de los años.
La base de la candidatura, afirmó Carlota Álvarez Basso, es el diálogo de culturas, «que es una de las principales preocupaciones de Europa», sobre todo en una época donde las preocupaciones son constantes, tanto por la convivencia en el Viejo Continente como por las relaciones con los países mediterráneos, hoy en pleno proceso de transición a la democracia en muchas ocasiones. Ahí habló de la convivencia de las tres principales culturas basadas en las religiones monoteístas (cristianos, judíos y musulmanes) e insistió en sus valores como gran sustrato de la candidatura.
Infraestructuras
Junto a ello, también habló de futuro. Recordó los 60 millones que Córdoba tendrá de presupuesto en 2016 si logra la Capitalidad y desagranó las infraestructuras culturales, en las que se incluyeron aquellas que están en un estado muy embrionario, como el Museo de Artes y Culturas Populares que se tiene que construir en la antigua Escuela Normal de Magisterio, pero también otros sin empezar, como el Centro de Congresos.
En total habló de una cifra de 280 millones de euros de inversiones en infraestructuras que tendrán un uso cultural, y entre las que contó 36. Ahí se engloban las mejoradas o restauradas en los últimos años, como el Teatro de la Axerquía, y aquellas que están ya en sus últimos compases, como el Teatro Góngora.
También hizo hincapié en proyectos como la Ribera Cultural, en el que se engloban actuaciones urbanísticas que han mejorado esta zona de la ciudad. Recordó que la de Córdoba es una candidatura «sostenible y económicamente viable», una idea a la que la Unión Europea presta especial atención.
Además, afronta los problemas del mundo actual desde el diálogo entre culturas y brilla por su uso del espacio público para fines culturales, entre los que Álvarez Basso citó los actos del Día de Europa el año pasado y su apuesta por la innovación en la creatividad. Para terminar, la gerente de la Fundación hizo una relación de los conceptos por los cuales Córdoba «necesita» ser Capital Europea de la Cultura en 2016, es decir por qué sería buena la designación para el presente y el futuro de la ciudad: culminar su transformación, mantener la ilusión entre la ciudadanía de poder participar en la misma mediante la cultura y contribuir a construir «la Europa de las ciudades y los ciudadanos».



