Lo primero aprecio un síntoma de cierta enfermedad social en que para castigar a una clase política degradada por la proliferación de casos de corrupción una parte importante de la ciudadanía se eche en brazos de un imputado en la Operación Malaya y declarado insumiso de la legislación vigente. Ahora bien, el desplome de IU supera todas las expectativas. Se pone punto final a un largo ciclo de la llamada «anomalía histórica» de Córdoba, cuya formación hegemónica transfiere de forma asombrosa sus votos a un constructor populista y millonario.
De hecho, el PSOE se ha mostrado incapaz de absorber el voto perdido por IU, en un fenómeno inaudito que convulsiona el mapa político de una ciudad que ha sido bandera de la izquierda desde la Transición.