La celebración del décimosexto centenario del concilio Niceto I inspiró al Obispo de Córdoba, doctor Pérez Muñoz ,la idea de honrar la memoria de su famoso antecesor en la gloriosa sede, el gran Osio, Legado del Papa en aquella asamblea ecuménica de la que salió el símbolo de la Fe. A las once de la mañana del día 26 de abril de 1926 en el Instituto Nacional de Segunda enseñanza reunieronse las autoridades y demás personalidades, con el Alcalde Pedro Barbudo Suárez-Varela a la cabeza ,que asistirían a la inauguración de la estatua de Osio.Las calles Diego de León, Alfonso XIII y las plaza de las Capuchinas estaban abarrotadas.
Al cabo llegó el Nuncio de su Santidad, Monseñor Tedeschini y el Prelado de la Diócesis Sr. Pérez Muñoz y desde allí se dirigieron a la plaza de las Capuchinas, donde se había montado una bonita tribuna decorada con un rico tapiz. La Banda Municipal tocó la Marcha Real y las campanas de todas las iglesias lanzaron al aire un alegre repique. El público prorrumpió en vítores al Nuncio. En el balcón de una de las casas se leía «¡Viva el gran Osio, defensor de Cristo-Dios!»
El Nuncio se situó junto al monumento y bendijo la magnífica estatua realizada por Lorenzo Coullaut Valera.
En sus palabras recordó «Una ley de Oración nos dio Jesucristo y nos enseñó el Padre Nuestro, el Arcángel San Gabriel nos enseñó el Ave María y Osio, el 3º en la lista de honor, nos enseñó el Credo».
