Su voz es firme, pero su mirada temblorosa deja entrever que todavía tiene el temor en el cuerpo. La esposa del joyero que el pasado lunes fue atracado en su propio taller de Cañero —que prefiere mantenerse en el anonimato— aseguró que va a tardar mucho tiempo en volver a dormir tranquila. «Nos han destrozado la vida porque se han llevado el fruto de nuestro sacrificio, lo que teníamos para nuestra jubilación. Ahora, tendremos que empezar de cero», se lamentó.
Ella no estaba en el interior del negocio cuando los ladrones entraron a punta de pistola. «Llegué cuando había pasado todo. Actuaron con mucha violencia, amordazando a mi esposo, a mi hija, al comercial y a otro empleado. Se llevaron diez maletas, cuatro con piezas de plata y seis, de oro; además, saquearon la caja fuerte», relató.
La cámara de seguridad que tienen instalada en la calle no sirvió de nada. «Llegó el comercial y, en cuanto abrimos la puerta, cuatro o cinco personas se bajaron de una furgoneta y nos apuntaron con armas», señaló el joyero.
Golpearon en la boca al profesional y, sin apenas hablar y con una rapidez pasmosa, empezaron a sacar todo el género.
«Llevamos más de 30 años en la profesión y, lamentablemente, no es la primera vez que somos víctimas de un atraco, aunque nunca nos había pasado en Córdoba», dijo la mujer. Los otros dos asaltos los sufrieron en Marbella, cuando un ladrón encañonó a su marido y se llevó sus muestrarios, y en Vélez Málaga, donde unos delincuentes destrozaron el coche de su comercial «y le quitaron hasta la ropa».
Su plan, a partir de ahora, es comenzar de nuevo a hacer negocio con la plata y reducir su campo de acción. «No nos queda otra», dijo el joyero.
Esta familia confía en no volver a ser víctima de más asaltos. «Los atracadores están muy preparados, te conocen, saben cómo actuar. Esperemos que la Policía pueda detenerlos».
Pese a que el suceso tuvo lugar cerca de las 10.00 horas, nadie en la zona vio nada. Ascensión, que regenta una tienda de comestibles cercana, aseguró que «sólo sentí que pedían socorro. Ya se habían ido los ladrones y los joyeros salieron amordazados».
Ningún testigo
Esta sexagenaria ha sufrido en primera persona tres atracos a su establecimiento «y comprendo el miedo que deben tener. Ahora está todo muy revuelto», dijo.
Tampoco pudo verles las caras a los ladrones la propietaria de la confitería Santa Emilia, cercana al taller. «Estaba dentro de la cafetería y ni siquiera escuché jaleo», apuntó la mujer.
En este sentido, el hijo del matrimonio de joyeros atracado puso de manifiesto su indignación. «¿Cómo es posible que nadie viera a los ladrones? Esta es una zona en la que, cuando pasa algo, siempre hay alguien asomado a su ventana. Con todo el ruido que hicieron no me explico que ningún vecino se percatase de nada», señaló.



