Ciudad Jardín acoge a casi una cuarta parte de la población inmigrante de Córdoba
Día 09/10/2011
Si la inmigración le ha cambiado la cara a alguna zona de Córdoba, ésta ha sido sin duda alguna Ciudad Jardín. El conocido como «barrio del Avecrem» en sus primeros tiempos, allá por la mitad del siglo XX, ha pasado en unos cuantos años de ser una zona residencial de clase media con una población flotante de estudiantes muy significativa a convertirse en la principal zona de asiento de los inmigrantes extranjeros. Y no sólo para vivir, sino también para trabajar y para buscarse la vida. Las cifras son elocuentes: si el 1 de enero pasado había en Córdoba 10.210 ciudadanos inmigrantes, un 23 por ciento, casi la cuarta parte, residía en el distrito Poniente Sur. Esto equivale a 2.426 personas, que suponen además un 5,76 por ciento de la población en esta zona. El barrio de Ciudad Jardín, es decir, el comprendido entre las avenidas de Gran Vía Parque, Aeropuerto y República Argentina y Medina Azahara, concentra a la mayor parte de ellos, con lo que el porcentaje podría ser mucho mayor, aunque los datos del Ayuntamiento sólo se ofrecen por distritos.
Un bar de la avenida Gran Vía Parque se considera a sí mismo uno de los supervivientes del antiguo barrio, cada vez más diluido entre la marcha de algunos vecinos y la llegada de los nuevos. «La mayor parte del comercio sigue en manos de gente de Córdoba», dice el propietario. Esta artería principal en la circulación de la zona occidental en la ciudad muestra cómo los antiguos 24 horas han pasado de estar en manos nacionales a regentarse por parte de ciudadanos chinos, con el consiguiente cambio en los productos. Hay una docena más de establecimientos así por todo el barrio. Pasear por el bulevar de esta calle es encontrar un amplio arco iris multicultural.
Hay más excepciones. Hasta media docena de restaurantes de comida rápida árabe se han abierto en los últimos años, sobre todo en la franja comprendida entre Damasco y Gran Vía Parque. Los conocidos como «kebab», que ya tienen incursiones en otros barrios, son en ocasiones puntos de reunión, aunque también pescan sus seguidores entre la población nacida en la ciudad.
Antonio Álvarez, vecino desde hace más de cuarenta años da en la clave: ocupan los pisos que antes tenían los estudiantes. Al haber caído de precio los alquileres, han ocupado muchos de los inmuebles vacíos, y ya antiguos, en determinadas zonas de calles como Los Alderetes o Maestro Priego López. «Es parecido a lo que ha pasado con los bares y locales. Hay muchos cerrados. El Bar Paco lleva ya bastantes años, pero cada poco tiempo se va otro local», cuenta. Sobre todo, dicen, son suramericanos y magrebíes.
En un bar de la plaza de Costa Sol, alguien mira a un grupo de extranjeros que pasa la mañana en los bancos de la plaza emblemática de este barrio. «Muchos pasan ahí toda la mañana», dice José Ortiz, que no se termina de explicar si es buscando alguien que los reclute, «como antes en los pueblos» o es por falta de perspectivas laborales.