Se cumple el ciento cincuenta aniversario de la muerte de uno de los principales matemáticos cordobeses de la historia, el también filósofo y pensador José María Rey Heredia, a quien la muerte lo arrebató en 1861, a la temprana edad de 42 años. La ciudad lo recuerda de diversas formas, una de ellas con el nombre de una importante calle cordobesa: Rey Heredia.
José María Rey Heredia nació el 6 de agosto de 1818 en la calle Moriscos. Estudió en el Seminario de San Pelagio y se licenció en Filosofía y Letras y Derecho por la Universidad Central, en Madrid. Ejerció la docencia como catedrático de Lógica y Psicología en los Institutos de Ciudad Real y del Noviciado de la Universidad de Madrid.
Publicó libros sobre Lógica y Psicología, como «Elementos de Lógica», que sirvieron de texto en la mayoría de los Institutos españoles. El libro que le acredita como gran pensador es la «Teoría trascendental de las cantidades imaginarias», comenzado a escribir en 1855 y publicado tras su muerte por Real Orden del Gobierno. Siempre rehusó grados y títulos y contra sus deseos fue nombrado miembro de la Real Academia de Córdoba.
Su matrimonio con Teresa Gorrindo, con la que sólo tuvo un hijo, duró apenas cinco años, falleciendo ella en 1856, a la edad de 24, tragedia que marcó a Rey Heredia en lo que le restaba de vida. La muerte le rondará desde la de su esposa y lo encontrará finalmente el 28 de febrero de 1861 en su domicilio, la casa número 12 de la calle del Duque.
Inmediatamente, el Ayuntamiento de Córdoba rotuló con su nombre dicha calle y poco después colocó en su casa, hoy Hostal La Milagrosa, el siguiente rótulo: «José María Rey Heredia, sabio matemático y filósofo, murió en esta casa el 28 de febrero de 1861. El Ayuntamiento de Córdoba, su patria, le dedica esta memoria, 1902».
La calle Rey Heredia es una calle larga y angosta de la antigua villa, que desciende desde la calle Blanco Belmonte, en el centro, hasta casi desembocar en la Cruz del Rastro, cerca del río. En ella encontramos el Centro de Arte Pepe Espaliú —parte trasera del edificio de Vimcorsa—, el Instituto de Ciencias Religiosas «Victoria Díez», el centro cultural municipal Rey Heredia 22, la casa señorial de los Armenta —conocida también como Casa del Judío— y los conventos de la Encarnación y de Santa Clara, vivo el primero, muerto y en espera de restauración el segundo
Rey Heredia es una calle notable, sin duda, por los edificios que alberga pero, además, a ella confluyen pequeñas calles, a derecha e izquierda, que nos invitan a internarnos por la historia, el misterio y el aroma de Córdoba: la calle Encarnación hacia la Mezquita-Catedral, la calle Osio hacia la plaza de Abades, las calles Horno del Cristo y Bataneros hacia la Plaza de Jerónimo Páez y el Museo Arqueológico. Y la calle Cabezas, con su leyenda de los Siete Infantes de Lara, que nos conduce hacia el Portillo, la pequeña puerta de la muralla que se abre en la calle San Fernando.
En la segunda década del siglo XX, Córdoba dará el nombre de Rey Heredia a un nuevo colegio, aún hoy existente, obra del arquitecto Azorín Izquierdo al inicio del barrio del Campo de la Verdad. Pero al mantenimiento de la memoria de Rey Heredia también ha ayudado su linaje. Su único hijo, Pedro Rey Gorrindo (1854-1891), fue abogado y alcalde de Córdoba entre 1890 y 1891, y también tiene una calle a él dedicada.
Y el hijo de éste y nieto de Rey Heredia, José Rey Díaz (1891-1963) fue profesor del Instituto, académico, archivero y cronista de Córdoba, desde 1922 hasta su muerte, emitiendo dictámenes sobre el nomenclador callejero, redactando el catálogo que se envió a la Real Academia de San Fernando sobre protección de monumentos históricos y artísticos cordobeses y ayudando a la creación de los Museos Municipales. No hizo falta título nobiliario para que brillase esta estirpe cordobesa.




