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Bajo la mirada de Ruth y José

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Al grito de «asesino» Bretón reconstruye su versión de los hechos en el Parque Cruz Conde rodeado de cámaras y de los carteles de sus hijos a los que no miró

Día 22/10/2011 - 10.12h

Nadie sabe lo que pasó ayer por la mente de José Bretón cuando se bajó del furgón policial y, rodeado por una docena de policías, se encontró de frente con docenas de cámaras y periodistas que buscaban la imagen más perseguida de los últimos días. A las 13.20 horas, el padre de Ruth y José comenzaba una hora de reconstrucción de los últimos instantes que, según dice, pasó con sus hijos.

El recorrido comenzó en la calle Pintor Espinosa y, nada más comenzar a andar, Bretón escuchó el primer insulto: «asesino». No hubo atisbo de reacción. Sometido al «ojo público» y al juicio ciudadano, el padre de los dos menores siguió por la estrecha calle de Pintor Losada desde la que accedió a una de las entradas al Parque Cruz Conde. Nadie puede asegurar qué sintió Bretón cuando comenzó a subir la cuesta y escuchó: «Diles de una vez qué has hecho con los niños. Piensa en la madre», seguido de un insulto tan sonoro como cargado de culpabilidad.

Si algo quedó claro ayer es que, si la reconstrucción pública de los hechos, a plena luz del día y con la presencia de todos los medios de comunicación y vecinos que quisieran acercarse, era una estrategia para que Bretón se derrumbara, éste no dejó atisbo alguno de emoción.

Como si con él no fuera la cosa, el detenido centró su mirada y sus explicaciones en la comitiva judicial que le acompañaba, el juez, su abogado, la fiscal y la secretaria judicial. A ellos les fue explicando paso por paso su recorrido en la tarde del día 8 de octubre. Llegó al banco en el que asegura perdió la pista de sus hijos, señaló los caminos por los que presuntamente buscó a sus hijos, respondió a preguntas y, en ningún momento, cruzó una mirada con la prensa o las personas que lo insultaban a escasos 20 metros.

Las explicaciones de Bretón fueron cuidadosamente anotadas, los tiempos medidos, los caminos recorridos, no una, sino dos veces porque ni el juez ni la fiscal acababan de ver clara la versión del detenido que negaba una y otra vez con la cabeza sin levantar la voz y sin mostrar nerviosismo alguno. Todo ello pese a que el relato era interpretado por los curiosos congregados que gritaban «¡Míralo, si no tiene coartada! No te crees ni tú lo que estás contando».

Cuando Bretón llegó al centro del parque, hubo un atisbo de lágrima, pero poco más. La expectación era máxima. El detenido se metió en una zona más arbolada y señaló a un lado y al otro como indicando los esfuerzos que realizó en la búsqueda de los menores. En ese momento, el juez negó con la cabeza, Bretón se explicó, encogió los hombros y se volvió al punto de partida bajo la atenta mirada al reloj por parte de José Luis Rodríguez Laín, responsable del juzgado de instrucción 4.

Desde allí, recorrido directo hacia la entrada de la Ciudad de los Niños en la que, según la versión del detenido, pidió ayuda ante la infructuosa búsqueda de los pequeños en el interior del parque. Bretón y la comitiva judicial se quedaron a la puerta de la Ciudad de los Niños, todas las cámaras de televisión y los fotógrafos de prensa se situaron enfrente y tomaron una y otra vez la imagen que reflejaba la dureza de un caso que, pese al ingreso en prisión de Bretón, sigue sin resolverse porque los pequeños Ruth y José aún no han aparecido.

Allí, de pie, con la mirada perdida, José Bretón posaba en la entrada de la Ciudad de los Niños junto a un cartel con la imagen de sus hijos. Nadie sabe lo que sintió el detenido porque ni siquiera volvió la mirada para observar la imagen de ellos.

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