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Córdoba / TRIBUNA ABIERTA ANIVERSARIO DE SU MUERTE

Antonio Cañero, el señor del rejoneo

Machaquito decía que «en su clase de toreo, no he visto otro más valiente, lo mismo para el caballo que para el toro, que Cañero».

Día 19/02/2012 - 10.00h
Antonio Cañero, el señor del rejoneo

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El próximo martes, día 21 de febrero, se cumple el 60 aniversario del fallecimiento del inventor del rejoneo a la española, el cordobés Antonio Cañero Baena, que llegó al mundo el 1 de enero de 1885 en el número 31 de la calle Osario. Un día más que importante en el calendario para el mundo del toro en la ciudad de la Mezquita.

No vamos a destacar en este artículo la esencia del arte de Don Antonio, ni tampoco su capacidad para llevar las suertes del toreo a pie al toreo a caballo, con las que consiguió un espectáculo magistral que trasladaba desde las dehesas al coso taurino el espíritu natural y libre de la convivencia de esos dos animales.

Este es un artículo que reclama y exige para Córdoba que aflore su orgullo y que se recupere el respeto hacia una de las figuras más importantes de la historia del toreo, en cuanto a su aportación a nuestra Fiesta Nacional.

Hace unos días, Ángel Peralta, con motivo de la presentación de su libro «La sabiduría de un jinete», se refería con orgullo al busto que colocaron en honor a Cañero en 1993 en la Maestranza de Sevilla, justo orgullo y reconocimiento claro a su trayectoria. También nos trasladó a todos los miembros de la Asociación Campera y del Rejoneo «Antonio Cañero» su respeto hacia el rejoneador cordobés y cómo lo había tenido siempre de referencia a lo largo de su carrera.

Ya es hora de que, junto a nuestros Califas, el busto de Don Antonio Cañero este presente en la Puerta Grande de la plaza de toros de Córdoba. Tal y como apuntaba el poeta, «cinco toreros de arte nos llenan el pensamiento, legendarios lidiadores que mandaron en su tiempo. Cinco toreros, cinco…, y un caballero. Cinco son los pilares de la historia del toreo, cinco sendas califales y un señor del rejoneo». Esta petición está secundada por grandes personajes que plasmaron su admiración en «El libro de Cañero», de Rogelio García Pérez.

Machaquito decía que «en su clase de toreo, no he visto otro más valiente, lo mismo para el caballo que para el toro, que Cañero».

Ramón Gómez de la Serna, por su parte, apuntó que «Cañero es el torero que vuela, el verdadero aviador taurómaca, certero lanzador de alegres flechas sobre el toro burlado».

También Manuel Machado elogió al rejoneador: «Yo soy un viejo aficionado al toreo clásico, así de a pie como de a caballo, y creo que Antonio Cañero representa en cierto modo, como hoy nadie, la más pura e ilustre tradición de ese arte».

Y Julio Romero de Torres señaló que «Cañero es un innovador y un evocador al mismo tiempo. Por distintos procedimientos evoca toda la elegante gracia griega, que fue la característica de los grandes toreros de Córdoba».

Y Antonio y José Miura, reconocieron que siendo «muy aficionados a las faenas a caballo que se ejecutan en el campo con el ganado bravo, admiramos a Cañero, que con su valor, ha sabido enseñar a los públicos en las plazas algo de todo aquello».

La lista de quienes lo elogian y han elogiado es larga, pero no podía faltar las palabras de una gran señora: «Que en su arte sin igual—que es una cosa divina—Cañero no halla rival. Lo afirma. Imperio Argentina».

El padre de Cañero, comandante del Cuerpo de Equitación Militar, le inculcó su afición temprana por el mundo de los caballos. Su vida daría para llenar páginas y páginas, y relatar sus comienzos en concursos y festivales, sus triunfos, sus cogidas, su participación como actor en diferentes películas, su presentación en Paris, Venezuela, Perú y México. Fue el primer Hermano Mayor y fundador de la Hermandad del Rocío de Córdoba y donó su finca de La Viñuela al obispo Fray Albino para la construcción de casas para familias humildes de Córdoba, las que constituyen hoy el barrio que lleva su nombre, Cañero.

Actualmente, todos los aficionados estamos a la espera del estreno del documental que el director francés Patrick Cazals ha rodado sobre su figura.

Para rememorar el día de su muerte, que mejor que el testimonio de José Luis de Córdoba, plasmado en su libro «Tauromaquia Cordobesa»: «Estoy en la casa de Don Antonio —Huerta de la Viñuela— en la mañana fría y desapacible del jueves 21 de febrero. Repartidos por las paredes de la estancia, fotografías que recuerdan las actuaciones triunfales del gran caballista en los ruedos; un hermoso lienzo de Ruano Llopis, que representa a Cañero saltando a caballo sobre un toro; un friso de de veinte mosaicos originales de Ricardo Marín, con las escenas de la lidia completa de un toro por el maestro de lidiadores ecuestres; la cabeza disecada de “La Bordó”, su jaca predilecta, su pedestal como la definió don Gregorio Corrochano.

En la estancia reina un silencio absoluto, impresionante. Allá afuera, en la puerta, que tiene algo de entrada a una plaza de toros, hemos dejado el cochecito de un solo caballo, en el que Don Antonio solía recorrer a diario las calles cordobesas».

Han pasado 60 años. El otro día alguien exclamaba: «¡Si hubiera nacido sevillano!». Recuperemos su figura en las calles de la ciudad, que su busto en la plaza de toros de Córdoba nos llene de orgullo. Ya toca.

JUANMA FERNÁNDEZ ES MIEMBRO DE LA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN CAMPERA Y DEL REJONEO «ANTONIO CAÑERO»

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