«¿Están aquí en la finca los niños? ...Están cerca; detenedme ya»

«Cuando pasamos por encima de las cenizas de la hoguera me paré y José Bretón también. Allí le dije si el fuego le traía algún recuerdo y le cambió el semblante. Segundos después agachó la cabeza sin decir nada. Le dije que fuera valiente, que si ya no había remedio, sí podía mitigar el dolor de muchas personas. Seguía callado y le pregunté: “¿Están aquí en la finca los niños?” Y él solo dijo: “Cerca”».

Éste es prácticamente el final del «juego» que José Bretón, el padre de los niños desaparecidos en Córdoba hace hoy siete meses, mantuvo con la Policía entre el día 10 de octubre y el 17, cuando fue detenido. Un agente de Homicidios se convirtió esa semana en su «alter ego» y relató en una declaración aportada al sumario, a la que ha tenido acceso ABC, las sorprendentes conversaciones mantenidas. Bretón, el 17 por la tarde, le pidió al policía que le detuvieran ya, pero cuando salían de Las Quemadillas para ir a comisaría, sin ningún interés por lo que se le iba a preguntar, sólo comentó que tenía que llamar a Conchi, su exnovia, con la que había quedado. Y lo hizo: a sabiendas de que lo iban a arrestar la llamó para verse más tarde. Luego, en dependencias policiales, insistió mucho en llamar a Ruth Ortiz, la madre de sus hijos porque, dijo, «quiero que sepa lo que ha pasado por mí». Ayer el juez instructor dictó auto de procesamiento contra él por los delitos de detención ilegal cualificada de menores y con la agravante de parentesco y por simulación de delito.

«Con el piso no se queda»

El policía que fue su sombra una semana explicó cómo no tenía ningún interés en hablar de sus hijos. Mientras otros agentes recogían huesos de la hoguera de la finca, la tarde del día 10, él permanecía ajeno y contó, sentado en un poyete, que la separación de su mujer le había pillado «por sorpresa» y que «Ruth es una hija de puta, lo digo aquí, delante de un juez y donde sea».Bretón despotricó contra su esposa y le aseguró al agente que ya «está olvidada, pero que con el piso no se queda», en alusión a la vivienda que tienen en propiedad en Córdoba y que él reclamaba como propia. Al día siguiente, la escena se repitió en la finca familiar.

Narró al policía como «dejó» trabajar a Ruth mientras descalificaba e insultaba a toda la familia de su mujer. «La tiene como un objeto sexual. Dice varias veces: “soy el que paga y aquí se folla todos los días, tanto si ella quiere, como si no”. No muestra ningún cariño por su mujer. Todo lo contrario, peor no se puede hablar de una persona», declara el agente.

Ese día fue eterno para los investigadores en busca de los pequeños. Mientras, Bretón «no muestra interés alguno por lo que hace la Policía». Pasadas las 23.00 horas, trajeron unas pizzas para cenar y él se sumó. «Se muestra bromista y chistoso. Le pregunté si tenía ganas de fiesta y dijo que sí». Ante la sorpresa general, les soltó que una guitarra no tenía, pero que dentro de la casa guardaba un radiocassete y que lo sacaba «a condición de que él no fuera el primero en arrancarse a cantar y bailar».

Engañó al Ejército

Ante la perplejidad de los agentes, lo sacó pero solo encontró una cinta de José Luis Perales que le traía malos recuerdos. No decayó, sin embargo, y fue entonces cuando se jactó de su escarceo con una prostituta en el «PK2» unos días antes. Roberta, la chica rumana le cobró 60 euros por un episodio que relató sin ahorrar detalles sobre modalidades practicadas y precio. «Lo hizo en plan muy jocoso y cómico», cuando a su alrededor buscaban los cuerpos de sus hijos. A las dos de la madrugada todavía le quedaba fiesta. Entró en la casa y volvió con una botella de vino blanco Barbadillo y dos copas.

El policía da cuenta de conversaciones disparatadas, muchas presenciadas por otros compañeros. Bretón le reconoció que engañó al Ejército. Estuvo de baja fingida muchos meses, un tiempo que dedicó a hacer las casas de la finca. La misma en la que la Policía sigue creyendo que están Ruth y José.