Dos reputados expertos, Francisco Etxeberría y José María Bermúdez de Castro, han puesto patas arriba más de diez meses de investigaciones sobre el caso de la desaparición de los pequeños Ruth y José al determinar en sus respectivos informes -uno a instancias de la familia materna y el otro a petición del Gobierno- que los restos hallados en los primeros días de investigación entre las cenizas de la hoguera que prendió Bretón en la finca de Las Quemadillas -10 y 11 de octubre de 2011- pertenecen a «seres humanos inmaduros» y no a «pequeños animales», como determinó el análisis de los expertos policiales del pasado mes de noviembre.
Según fuentes cercanas al caso, las conclusiones a las que han llegado los dos expertos dejan «un margen de error cero» a la posibilidad de un nuevo error en el análisis óseo de los restos hallados en la hoguera en la que presuntamente Bretón arrojó los cuerpos de los dos menores. Junto a esto, la convicción de que, dadas las condiciones en las que Bretón supuestamente se deshizo de los cuerpos de sus hijos, será prácticamente imposible obtener ADN de los restos óseos para identificar a los dos menores.
Así lo aseguraron ayer fuentes de la familia materna consultadas por ABC, que aseguraron que tienen prácticamente asumido que no se podrán obtener pruebas genéticas de los huesos quemados. Las mismas fuentes aseguraron que los huesos se enviarán ahora al Instituto de Toxicología y que se solicitarán otros tres informes científicos.
Huesos y dientes
El responsable del informe que ha dado un giro radical a la investigación de este caso, Francisco Etxeberría, en declaraciones al Diario Vasco, fue concluyente ayer al asegurar que «es evidente que allí había restos de huesos y dientes de dos niños. No tengo dudas de ello. El análisis es muy claro», añadiendo que el material que ha podido analizar permitía identificar «a simple vista» que se trataba de restos humanos.
Para este experto, subdirector del instituto vasco de criminología, en cuya trayectoria profesional se encuentran, entre otros logros, la identificación de los cadáveres de los terroristas Lasa y Zabala, muertos a manos del GAL, la exhumación de los restos de Salvador Allende, en Chile, o centenares de informes y casos resueltos sobre la Memoria Histórica, su análisis es «claro y demostrativo». Bretón habría fabricado una especie de «horno crematorio» en el que introdujo los cuerpos de los niños -en este punto es imposible determinar si ya muertos o vivos- para borrar pruebas del crimen.
Los restos de dientes a los que alude Etxeberría en su informe son claves para que el Gobierno solicite a otro investigador de fama internacional, José María Bermúdez de Castro -experto en antropología dental, director del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y codirector de las excavaciones de Atapuerta- cuyo informe se acerca más a las conclusiones del perito de la familia materna que al efectuado en su día por los expertos policiales.
Según aseguró ayer el ministro del Interior, Jorge Fernández, el informe de Bermúdez de Castro identifica de forma clara restos óseos de un niño de «6,22 años» -la edad de Ruth en el momento de su desaparición-. Ambos informes también coinciden en la intensidad de la hoguera realizada por Bretón, que, según sus informes, podría haber alcanzado los 800 grados centígrados durante un largo periodo de tiempo se cifra en unas tres horas.
Críticas a la labor policial
Los informes de los expertos han dejado en una posición muy delicada a los expertos policiales que dictaminaron que los restos hallados en la hoguera eran de animales. Según Etxeberría, «entiendo que pueda causar desconcierto. Algunos aspectos de un trabajo de investigación enorme sí se pueden criticar, pero globalmente ha sido esa información y todas las pruebas recopiladas las que han permitido esclarecer el caso, gracias al buen trabajo de la Policía», subrayó
A partir de aquí, la duda de si se podría conseguir una prueba de ADN que corroborase que los restos hallados en la hoguera pertenecen de forma inequívoca a los hermanos desaparecidos; una labor que parece muy complicada debido a la incineración de los cuerpos, que según aseguró ayer Etxeberría, el análisis genético es prácticamente imposible, sólo cabe el morfológico.
En la misma línea se expresó ayer a ABC Fernando Serrulla, médico forense y director de la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, que indicó que «seguramente no quede ADN, ya que el calor es uno de los elementos fundamentales para destruirlo».
Pese a ello, letrados como José María Calero, que representó a la familia de Marta del Castillo, resta importancia al ADN, ya que «puede ser sustituido por las pruebas indiciarias, que son aquellos indicios que, ordenados, pueden conformar el puzzle y demostrar un crimen».