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Agricultor / Agrónoma
Life Agromitiga

Europa ya no quiere ‘labradores’: los cambios verdes que traerá la nueva PAC

Asaja Sevilla celebra una jornada, dentro del proyecto Life Agromitiga, para debatir sobre las oportunidades para mejorar en sostenibilidad a partir de 2023

6 mayo 2021, 07:27

¿Son los ecoesquemas de la futura PAC una oportunidad o un «impedimento» más para el trabajo de los agricultores? Esa es una de las cuestiones que se han tratado en la jornada de debate  «Introducción a la nueva PAC a partir de 2023 y oportunidades para mejorar la sostenibilidad del sector agrícola andaluz en el marco de la nueva PAC», celebrada en el marco del proyecto Life Agromitiga.

Dicho proyecto, que llevan tres años en funcionamiento, está coordinado por la Asociación Española de Agricultura de Conservación – Suelos Vivos (AEAC.SV) y cuenta con la participación de ASAJA-Sevilla, la Universidad de Córdoba, la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía, el IFAPA y la Federación Europea de Agricultura de Conservación (ECAF). Su principal objetivo es desarrollar estrategias de mitigación del cambio climático a través de una agricultura inteligente en el uso de carbono.

El camino de la PAC 2023

Armando Martínez, coordinador de Agricultura y Ganadería de la Secretaría General de Agricultura, Ganadería y Alimentación del la Junta de Andalucía, ha esbozado al inicio de la jornada cómo será la PAC a partir de 2023 y cuáles son las intenciones de Andalucía en las negociaciones, que viven un momento «crítico».

«A nivel europeo, no se trata de una reforma de la PAC con grandes cambios, pero sí se deja mucho margen de actuación a los estados miembros, y ahí es donde se van a ver más modificaciones», ha asegurado Martínez. No obstante, ha censurado que la «ambición verde» de la Comisión Europea no vaya aparejada a un esfuerzo presupuestario.

El coordinador de Agricultura ha recordado que «el nuevo concepto de pago básico permite que se mantenga una convergencia limitada, y da opciones a mantener el sistema actual de regiones» algo que, en principio, es opuesto a lo que pretende hacer el Ministerio de Agricultura y que regiones como Andalucía reivindican.

Respecto a los ecoesquemas, la gran novedad de la futura PAC, que articularán un porcentaje del pago básico, Armando Martínez ha incidido en la necesidad de que los ecoesquemas sean «sencillos» y fáciles de aplicar. Por ello, desde la Junta han solicitado varias modificaciones al Ministerio en los ecoesquemas que ya se han propuesto. «En cultivos leñosos, por ejemplo, creemos que se debe cobrar el ecoesquema por defecto, por su papel como mitigadores del cambio climático», ha incidido.

Debate de la jornada de Asaja Sevilla / Agrónoma

Más por menos

Por su parte, Antonio Caro, coordinador de los servicios técnicos de Asaja Sevilla, ha hecho hincapié en que los agricultores perciben «cada vez más trabas» dentro de la tendencia «verde» a la que se encamina Europa y, por ende, la Política Agraria Común. «Cada vez piden más por menos, ya que hay menos presupuesto y muchos más requisitos», ha reprochado. «Europa debería dar incentivos a las técnicas respetuosas con el medioambiente, reconociendo las mejoras que aporta la producción integrada, y no articularlo todo a través de prohibiciones».

«Esperemos que, como los ecoesquemas, al igual que otras cuestiones clave para Andalucía, como la reducción de regiones o la definición de agricultor genuino, aún están sobre la mesa, terminen concretándose favorablemente para nuestros agricultores», ha deseado Caro.

Prácticas de conservación

De otro lado, Óscar Veroz, coordinador del Proyecto LIFE Agromitiga de la Asociación Española de Agricultura de Conservación – Suelos Vivos , ha recordado que llevan «más de 25 años» reivindicando desde la asociación los beneficios de las prácticas de la agricultura de conservación, entre las que destacan la siembra directa y la rotación de cultivos. «No es cierto que comprometan la rentabilidad, sino al contrario: si se hacen correctamente, ahorra costes de fitosanitarios y laboreo, por ejemplo», ha detallado.

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Un olivar con cubiertas vegetales / Agrónoma

Suelos degradados

Emilio González, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, ha recordado que la degradación de los suelos es el principal problema medioambiental de la agricultura, también a nivel andaluz y español.

Además, González querido incidir, y recordar a los espectadores de la jornada, los seguros que son los alimentos que se producen en España, ya que las sustancias fitosanitarias que se usan en su producción «están controlados en todo momento». «Los alimentos producidos en Europa son los más seguros del mundo», ha aseverado. De hecho, tanto Armando Martínez como Antonio Caro han pedido «que se vigilen más y mejor» los productos procedentes de terceros países, que son una «competencia desleal» para los que se producen aquí.

Formación necesaria

Por otra parte, todos los ponentes han reconocido que, para dar el paso hacia la agricultura de conservación, beneficiosa para el medioambiente y para las explotaciones, es necesaria «formación», la implicación de administraciones y organizaciones y, sobre todo, voluntad de los agricultores. «No es fácil, es pasar de ser ‘labradores’ a ‘no labradores’, pero cada vez hay más gente concienciada de los beneficios de las prácticas de conservación», ha reconocido Antonio Caro.

¿Qué es la agricultura de conservación?

Cabe recordar que la agricultura de conservación (AC), que persigue una perturbación mínima del suelo, cobertura permanente y rotación de cultivos, es la base del proyecto y desempeña un papel primordial para incrementar el efecto sumidero de carbono en el suelo, al mismo tiempo que logran reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en especial CO2 y N2O.

Este modelo de agricultura introduce cambios en la dinámica del carbono del suelo y favorece su secuestro. El no laboreo y la permanencia de restos vegetales conllevan una reducción en la tasa de descomposición de los residuos del cultivo precedente, una disminución de la mineralización de la materia orgánica, debido a una menor aireación y menor accesibilidad de los microorganismos, y un incremento del carbono del suelo, que se ve incrementado por los residuos que quedan en superficie una vez realizada la cosecha.

Con la agricultura de conservación, además, se disminuye la contaminación atmosférica al eliminar la quema de rastrojos y restos de poda, y se optimiza el uso de insumos (gasoil, abonos, fitosanitarios, etc.), reduciendo así también emisiones de CO2.

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