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Chumberas afectados por la cochinilla / R. Maestre
Plaga

¿Por qué se mueren las chumberas en Andalucía?

Científicos y agricultores reivindican esta planta originaria de América y que España ha desprotegido por no ser autóctona

15 octubre 2019, 14:00

Era tan codiciada como los metales más preciados, y sigue siendo un clarificador símbolo de los lazos de España con América tras la Conquista. No en vano, se valoró como un «oro rojo»: el polvo resultante de la cochinilla del carmín, que se alimenta de las chumberas. Su color granate fascinó y potenció su comercialización en el mundo entero para teñir telas en las tintorerías medievales. Pero ahora, cinco siglos después de aquel descubrimiento, la misma cochinilla se ha convertido en una plaga sin control que diezma la población de las chumberas en Andalucía, donde hay en peligro 6.000 hectáreas.

A ojos de la comunidad científica, es una de las veinte especies invasoras más dañinas del país, y como tal está recogida en el catálogo oficial de plantas invasoras; a excepción de Canarias. Y a pesar de su importancia y de su demostrada integración en el paisaje mediterráneo, el Gobierno mantiene su plan de «eliminación» por omisión.

La plaga, detectadas en Murcia en el año 2007, está causada por dos insectos de una misma familia: el dactylopius coccus y el dactylopius opuntiae. Son inofensivos para el ser humano y de la molturación de las hembras —que depositan hasta 400 huevos en cada puesta— resulta un polvo hoy conocido como colorante E120, también de uso alimenticio. No es raro encontrarlo en el chorizo o el salchichón. La población de estos bichos, prácticamente ininterrumpida desde Huekva hasta Gerona, se ha descontrolado hasta el punto de acabar con todos los ejemplares de chumberas en determinadas zonas y diezmar en las restantes.

Limbo administrativo

Así, la planta, cotidiana en las estampas de multitud de lugares de la geografía española, y más especialmente en la andaluza, apenas sobrevive bajo el manto blanquecino que producen estos insectos al amortajarlas, mientras se alimentan de su savia hasta la muerte lenta de la chumbera; que tiene remedio.

Pero las chumberas se mantienen en un limbo administrativo que no obliga al Estado a preservar la planta. Al contrario. La Junta de Andalucía, con competencias en materia de conservación, reconoce que no ha actuado nunca porque, según responde a este periódico el gabinete de la extinta Consejería de Medio Ambiente, la chumbera «es una especie invasora» y, por ende, «no se protege», dado que la plaga tampoco «afecta» a la «salud» de las personas. Sin embargo, la Diputación de Cádiz sí financió en 2018 junto a Asaja con 18.000 euros un estudio para acabar con la plaga en los municipios gaditanos de Rota, Chiclana y El Puerto de Santa María. Los resultados fueron esperanzadores y abren la puerta a la solución del «alarmante» avance de una plaga que alcanza las proporciones de «epidemia».

Más allá de su valor paisajístico o puramente ornamental, esta planta ha cumplido otro tipo de funciones específicas. Tal y como expone el profesor Casares, «en España desde inicios del XIX hasta fechas muy recientes se ha intentado promocionar su cultivo» en zonas áridas. Además de la cochinilla con la que se conseguía el entonces codiciado colorante rojo que años más tarde fue desplazado por otros tintes sintéticos, las chumberas producen frutos comestibles —cuando la oferta de frutos era más reducida— como son los higos chumbos.También ha sido fuente para la producción de fibras. Incluso sirve de muro natural para separar fincas o como cortavientos.

La chumbera, en contra de lo que pueda sugerir la realidad española, sigue siendo una planta productiva. Su utilidad volvió a evidenciarse el pasado 2 de octubre en Milán, en la feria internacional más importante dedicada a las pieles, donde dos jóvenes de México presentaron la primera pieza de cuero orgánico a base de nopal, como es conocida la chumbera en su país de origen. Adrián López y Marte Cazárez, ambos de 27 años, se propusieron encontrar un material que fuera respetuoso con el medio ambiente, de origen vegetal, transpirable y duradera al menos una década.

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