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Unidos bajo los lazos de la consanguinidad, pero enemigos en el campo. El alemán Jérome Boateng y su hermano Kevin-Prince, seleccionado por Ghana, podrían enfrentarse esta noche en el decisivo choque que mide a ambas selecciones; aunque lo más seguro es que ni siquiera intercambien miradas. Una disputa de marcado tinte futbolístico tiene la culpa.
En los últimos meses, Kevin-Prince se ha convertido en Alemania en una figura detestada, después que su agresión a Michael Ballack durante la final de la Copa de Inglaterra impidiera al capitán germano disputar su tercer Mundial consecutivo. «Mi hermano piensa que no tendría que haber dicho que su falta merecía una tarjeta roja», aseguraba hace unos días Jérome Boateng al diario Hamburger Morgenpost. «Kevin me dijo: “Cada uno tiene su familia, tú la tuya y yo la mía”. Eso es demasiado, me da lo mismo lo que ha hecho, no me interesa, no quiero tener contacto con él», reiteraba el hermano «germanófilo». En realidad, Kevin-Prince y Jerome son hermanastros. Y aunque de mismo padre —ghanés—, lo cierto es que ambos de criaron en ambientes completamente diferentes. Mientras que el vilipendiado Kevin-Price se educó en uno de los arrabales más peligrosos de Berlín —Wedding—, Jarome tuvo su primer contacto con la pelota en el barrio acomodado de Charlottenburg. Por ello, y dado su toque de «chico duro de barrio», Kevin-Price decidió representar los intereses de Ghana, un país que apenas ha pisado.
Pero al margen de disputas familiares, lo cierto, es que en el partido de esta noche ambas selecciones se juegan algo más que el prestigio. Alemania, tres veces campeona del mundo y una selección que jamás abandonó el Mundial en la fase de grupos, afronta una nueva reválida ante Ghana, la única selección africana que mantiene vivo el orgullo del continente negro. A falta de un partido para que finalice la primera fase, las cuentas de ambos equipos son simples: a Ghana le basta con un empate para llegar a los cruces, mientras que Alemania necesita la victoria, aunque podría valerle el empate en función del resultado entre Serbia y Australia.
Sin embargo, los de Joachim Loew ya ha avisado de que saldrán a por los tres puntos, en busca del juego que admiró al mundo en la primera jornada, cuando goleó (4-0) a Australia y presentó, como siempre, sus credenciales. «Cuando hace falta ganar, siempre estamos ahí. Estamos convencidos de que vamos a hacer un buen partido y ganar», señalaba ayer Arne Friedrich. «No subestimamos a Ghana, sabemos de lo que es capaz», reconocía el defensa.
Una moneda en forma de alabanzas que devolvían los africanos. «Todos sabemos que Alemania tiene un buen equipo, pero nosotros también lo tenemos. Hemos de mantener las cosas (del juego) ajustadas, permanecer juntos, y estoy seguro de que podemos ganar el partido», dijo John Mensah, capitán de la selección.
Serbia, a la espera
Mientras, a la espera de lo que ocurra entre
germanos y africanos, estará Serbia en su choque frente a Australia. Su técnico, Radomir Antic, introducirá cambios con respecto al equipo que venció a Alemania, por lo que regresará al 4-4-2, en el que Krasic y Jovanovic actuarán como interiores falsos. Todo ello para equilibrar un centro del campo donde Stankovic estará acompañado por el centrocampista Kuzmanovic, aunque Milijas podría reaparecer después de perderse el segundo partido. Arriba, Nikola Zigic seguirá siendo la referencia, aunque esta vez contará con la movilidad entre líneas de Lazovic, porque ante los alemanes el ex valencianista fue la única referencia.