Pastora Vega y Juan Ribó son, en estos momentos, una pareja codiciada por los programas de la taquicardia. Y el cóctel deviene explosivo si tras hacer pública su relación sentimental, se suben al escenario para ser los amantes de «Una relación pornogràfica», pieza de Philippe Blasband que ya conoció adaptación cinematogràfica con Sergi López y Nathalie Baye.
El estreno barcelonés de esta versión teatral que dirige Manuel González Gil parecía destinado a un baño de flashes, y no precisamente enfocados a labores dramáticas. Pero, como dijo el clásico, «fuese y no hubo nada». Se vieron focos en el teatro Apolo, pero las caras conocidas eran gente que quiere bien a la pareja protagonista, como Verónica Forqué, Ricard Reguant o Enrique Cornejo.
Con ese título aparentemente escandaloso, «Una relación pornogràfica» demuestra cómo la expresión «hacer el amor» puede superar su condición de eufemismo del coito. Una voz en off de psicoanalista argentino interroga al hombre y la mujer que se conocieron a través de una página de contactos. Nada sabemos de él y de ella, ni siquiera sus nombres. Narran dos versiones diferenciadas, porque los tiempos del placer y el enamoramiento brindan cadencias diferentes en cada sexo. Casi con rubor van reconociendo que al final se querían, que ansiaban vivir una historia de amor «como todo el mundo». De la transgresión, al cariño abrigado bajo las sábanas. Si buscan morbo asociado a la relación «real» de Pastora y Juan, éste se concentra en las segundas lecturas del texto. Escuchar a Pastora afirmar que tenía una fantasía sexual o a Ribó diciendo que «ella no es una modelo» sino una mujer de verdad: porque ha vivido, tiene estrías y un poco de celulitis.
Escenas de cama
Hay escenas de cama, más bien de diván, pero Pastora y Juan pretextan que tienen frío para no descubrir sus cuerpos. Ribó ofrece una gama más rica de registros y una imagen juvenil, conjugada en el aspecto físico y el ritmo interpretativo. La belleza racial y presencia imponente de Pastora Vega compensa limitaciones expresivas: buena voz y dicción, pero un tono monocorde que impide caracterizar cada estado de ánimo.
«Una relación pornogràfica» es una historia de amor «prêt a porter». Gusta al respetable como gustan las obras de Yasmina Reza: existencialismo y estrategias sociales con gotas de «qualité».
Erotismo de la palabra destilado por una pareja elegante.
