Congresistas de Estados Unidos han reabierto el acuerdo sobre reforma financiera alcanzado la semana pasada con el fin de eliminar la tasa especial destinada para financiar esta costosa iniciativa de nuevas reglas y mayor supervisión sobre Wall Street. La mayor presión fiscal eliminada durante la noche del martes tenía por objetivo tanto las instituciones bancarias con activos superiores a los 50.000 millones de dólares como los fondos de inversión no convencionales (“hedge funds”) que manejasen más de 10.000 millones de dólares.
Con este tasa se aspiraba a lograr unos ingresos de 19.000 millones de dólares en el plazo de diez años. Pero para conseguir el suficiente número de votos en el Senado y poder aprobar esta legislación antes del 4 de julio, los demócratas han accedido a formular otro mecanismo de financiación indirecta, que contempla un final antes de tiempo del paquete de rescate de Wall Street y mayores ingresos a través la corporación que respalda los depósitos bancarios (FDIC).
La minoría republicana se ha apresurado a calificar estos cambios como un alarde de malabarismo con números para hacer frente al coste de la reforma financiera estimado en 20.000 millones de dólares durante sus primeros cinco años de entrada en vigor. Según ha indicado Jeb Hensarling, diputado conservado de Texas, "esta es el tipo de contabilidad del que se sonrojaría el mismísimo Bernie Madoff".
Esta significativa concesión ha sido justificada para lograr el respaldo decisivo del senador republicano Scott Brown, el sucesor del legendario Ted Kennedy. Su voto se ha hecho más necesario que nunca para los demócratas por el fallecimiento esta semana del senador Robert Byrd, tras acumular la más longeva carrera parlamentaria en la historia de Estados Unidos.(







