Los miedos de Bebe son ya conocidos por todos. No le gusta ni un pelo la fama. Para colmo, hace un par de semanas una conocida agencia de noticias española le adjudicó por error una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, justo al lado de Penélope Cruz. Obviamente, los yanquis no se referían a ella, sino al dúo gospel Bebe & Cece Winans, pero dio igual. Todos los grandes medios se hacían eco de la gran noticia (todavía pueden encontrarlo en cualquier web despistada) al cabo de pocos minutos.
«Cualquier periodista debería saber que eso era un error por pura lógica -nos comentó días antes de su concierto en los Veranos de la Villa de Madrid-. Es como si hubieran dicho que llegaban los marcianos de Marte». Marciana fue también como se sintió al llegar a la cumbre hace cuatro años, pero por lo visto ayer, la madraza Bebe no debería temer nada de sí misma.
Comienzo imponente
El «Con mis manos» que se marcó ayer para comenzar el concierto fue imponente. Esa fierecilla del escenario de la que hablan estaba ahí mismo, absolutamente creíble en su táctica de seducción. «Me fui» y «Busco-me» cambiaron mucho el tercio hacia parajes más oscuros en los que Bebe pareció volver a recaer, quedándose casi inmóvil ante el micrófono, confesándose, quitándose el envoltorio, en clara terapia con su público.
Esa fierecilla del escenario de la que hablan estaba ahí mismo
Tocó poco más de una hora, pero dejó satisfecha a su parroquia sin tener que darle al «Malo». Fiesta ska en «La Tierra», crescendo rockero en «Sin palabras», sensualidad pura en «No más llorá»… y ¡zas!, vienen los miedos. La gente corea «Beeebeee» y ella les corta el rollo. «Basta, basta. Me vais a quitar el nombre. A divertiros, y punto».







