El «tripartito» independentista compuesto por el ex presidente del Barça, Joan Laporta, el militante de CDC Alfons López Tena y el diputado de ERC en el Parlament Uriel Bertran parece disponer de un proyecto bastante más definido de lo que aparenta. Dos días después de la propuesta de gran coalición independentista, un grupo de ciudadanos, algunos tan ilustres como Isabel Clara Simó, participaban ayer en un acto de apoyo a la iniciativa de Laporta que no se caracterizaba precisamente por su espontaneidad. De paso, López Tena, el jurista de cabecera de CiU, aprovechaba la feliz coincidencia de la reunión de partidarios de Laporta para asegurar que la «Solidaritat Catalana per la Independència» dispone ya de doce mil adhesiones.
El ruido montado en torno a la irrupción de Laporta en la escena preelectoral empieza a cubrir las expectativas del independentismo desencantado con ERC y receloso del soberanismo de Convergència. Además, el ex presidente del Barça cuenta con dos destacadas figuras de ambas formaciones como son Bertran y López Tena y con la colaboración de destacados dirigentes de la fundación «Catalunya Oberta», la de Prenafeta, que son a su vez asesores aúlicos de Convergència y fueron personal de confianza de Laporta durante su mandato azulgrana. Pero los partidos que durante su época «deportiva» alentaron los excesos políticos de Laporta pretenden ahora ningunearlo y descalifican la propuesta de la «Solidaritat» como la de un advenedizo con afán de notoriedad. Sin embargo, temen la incidencia de Laporta en la captación del voto independentista espoleado por la sentencia del Estatut. De esperanza de futuro a aventurero de la política, Laporta no está dispuesto a pasar desapercibido, más cuando sus amigos de entonces le niegan ahora el pan y la sal.
Además, la hoja de ruta de Laporta no pasa precisamente por convertirse en la palanca de Reagrupament y Carretero para conseguir representación parlamentaria. Su ambición está puesta en el liderazgo de lo que considera nuevo independentismo que cree en las teorías del expolio fiscal. Pese a los gravísimos problemas de tesorería que ha dejado en el F.C. Barcelona, Laporta aspira a que su modelo de gestión de las seis copas le proporcione una credibilidad política y económica con la que aglutinar a los soberanistas partidarios de una ruptura a plazos con el concierto económico como primer objetivo.
Pero Laporta no sólo despierta recelos, sino que cuenta con cada vez más simpatizantes entre los promotores de Òmnium y de las consultas independentistas, una «sociedad civil» que va un paso por delante del tactismo de ERC y las conjeturas de Convergència.
