Las sobremesas de domingo resultaban insoportables para Michael Schumacher, aburrido como una ostra en los muros de los circuitos como supuesto asesor de Ferrari. Le entró el gusanillo y, motivado por su venerado Ross Brawn, aceptó la aventura de subirse a un Mercedes pese a lo que desvelaba su DNI, 41 primaveras, y sus tres años de asueto. Desde entonces, ha ido de mal en peor con dos cuartos puestos como mejor resultado y ayer ensució su imagen con una maniobra peligrosísima con su ex compañero Rubens Barrichello de por medio. «Para eso, que se hubiera quedado en casa», exclamó el brasileño por el paddock.
Lo dijo después de ver el muro de la recta de meta a un milímetro a cuatro vueltas para el final, acorralado por el volantazo de un Schumacher que trataba de defender la décima plaza. Por un mísero punto, con todo lo que él ha sido en la Fórmula 1, rescató el manual de las malas maneras y empujó suciamente y a conciencia a Barrichello, que fue lo suficientemente hábil y rápido como para evitar un accidente seguro. «Ha sido una de las maniobras mas bonitas que he hecho y una de las más horrendas de Michael Schumacher», deslizó el suramericano, indignado ante semejante actuación. «Solo un loco no levanta el pie ahí», le reprochó. La respuesta del ex campeón fue clara y concisa. «No regalo nada a nadie, había espacio».
Sí que había porque pasó, pero de forma milagrosa. En su adelantamiento, Barrichello (300 carreras con la de ayer) se desquitaba de tantos años a su sombra en Ferrari, viejas rencillas que aireó a lo largo de la semana para comparar su papel con el de Massa después de la radiofónica victoria de Alonso en Hockenheim.
Sanción para Spa
Como era de esperar, la FIA tomó cartas en el asunto y anunció que Schumacher perderá diez posiciones en la parrilla del próximo Gran Premio de Bélgica. Una sanción más para añadir en el palmarés del germano, tan intachable en lo deportivo como cuestionable en sus formas.
