Córdoba

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A todo tren hacia lo «horroroso»

La estación del AVE vivió una noche frenética, marcada por las quejas de falta de información de los afectados

Día 09/12/2010 - 09.22h
La estación del AVE era anoche un hervidero de idas y venidas, pero no de trenes, precisamente. A eso de las 22.00 horas, las lluvias habían interrumpido el servicio de Alta Velocidad que conecta Sevilla y Málaga con Madrid, con el consiguiente efecto en Córdoba. El personal de ADIF se movía frenéticamente intentando llenar los autobuses habilitados para suplir el corte de la vía férrea. «¡Este está lleno!», gritaba uno. «¡Dos personas más para Madrid!», chillaba otro.
Y Santiago y Maite, un matrimonio con sus dos hijos, allí en medio dándole vueltas a qué hacer para regresar a la capital del país, ya que «mañana por hoy hay que trabajar». «Me da miedo el autobús», confesaba ella mientras él rumiaba su cabreo: «Nos dicen que nos vayamos en bus tras una hora de espera. Hay poca información. No saben si mañana por hoy van a salir los AVE».
Al rato, este periodista observa que el «convoy» que forman los cuatro embarca en uno de los buses. Los vagones se frenaban y de ellos salía gente disparada hacia su nuevo vehículo de transporte. Hasta que a las 22.30 horas un empleado de ADIF pronunció la frase clave: «¡Se ha restablecido la circulación!».
Empezaron las carreras en sentido contrario: desde los autobuses a los andenes. Así, al sprint había que hablar con algún afectado. «Esto es horroroso», decía uno de ellos mientras iba a paso ligero hacia su tren. «Tenía que haber llegado ya a Madrid», comentaba casi en la escalera mecánica.
A José y María, dos hermanos que viajaban desde Sevilla a Madrid donde estudian, fue la prensa la que les comunicó que volvían a funcionar los AVE. José se quejaba de que durante una hora «estuvimos esperando sin decirnos nada». Ya habían telefoneado a sus padres para que fueran a recogerles a la estación de Córdoba. Tenían que estar hoy en Madrid. «Ahora, habrá que mandar los trabajos por e-mail y llamar a los compañeros para que no nos pongan falta. Un rollo», comentan mientras se quedan en la cola de información.
De ahí, salen Conchi y Joaquín, un joven matrimonio. La afectada es ella. Trabaja en la capital del Estado. Se queja de que estuvo montada en el AVE una hora, esperando su salida, sin «recibir ninguna explicación. Luego, nos han dicho que la vía estaba cortada y nos hemos bajado».
Después, «estuvimos casi sin ninguna información de los autobuses. Ha habido, incluso, malos modos». Y su marido resalta la confusión que se creó, porque «la gente se creía que le tenían que sellar el billete para acceder a ellos». Conchi ya se queda en Córdoba, porque ella vive en Parla —un municipio de Madrid— y, cuando llegara a la capital, ya no tendría otro tren, el de cercanías, para arribar hasta esa localidad. «¿Quién me paga a mí el taxi a Parla?»
«Nadie», dan ganas de contestarle mientras el «plumilla» observa que José y María regresan sin éxito de la zona de embarque. El AVE que iban a coger está lleno y «no nos pueden asegurar» que salga otro. Al final, se rinden y hoy por la mañana irán a Madrid. Además, sus padres ya estaban en camino. No obstante, José confiesa: «Menudo trastorno». Vaya que sí. Para ellos y para los otros 5.298 afectados por el corte de la vía.
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