A Socorro Hidalgo los propios médicos que la atendieron de su discapacidad le tramitaron la solicitud para acceder al servicio de comida a domicilio dependiente del Ayuntamiento de Córdoba hace seis años. Hasta el pasado mes de noviembre, cuando cambió de manos este servicio, no había tenido ninguna queja. Fue a raíz de este cambio cuando comenzó a llegarle comida de muy baja calidad.
Socorro aseguraba que prácticamente no se podía comer, y aún recuerda el «arroz amarillo de hace dos días, que hubo que tirarlo, o el cocido con apenas garbanzos y mucha sopa de ayer». La comida es escasa, tanto que uno de los ancianos contabilizó sólo 27 garbanzos en su plato, donde estas legumbres «parecían estar flotando», según Socorro. «Son comidas insípidas, en su mayoría no demasiado sólidas y prácticamente incomibles en muchos casos. Los ancianos, cuando les llega la comida, en ocasiones sólo comen el pan y la fruta y dejan los platos para la basura, porque no pueden comérselos», añadía.
Socorro recuerda que muchos días se ve obligada a tirar la comida y pedir a las vecinas un poco de su puchero. «Son muy apañadas y me sacan unos cacitos de sus guisos, y así voy tirando un día sí y otro también».
Otra de las usuarias, ya septuagenaria, comentaba ayer que los últimos trozos de atún que le sirvieron no tuvo fuerza ni para cortarlos de los duros que estaban, «y las verduras mal condimentadas no se podían tragar», aseguraba. Sin embargo, a muchos les da miedo darse de baja del servicio por si los «borran», pese a sus necesidades de discapacidad y económicas, comentaba ayer el portavoz de la plataforma de usuarios del servicio a domicilio, Rafael Escribano.
