Siguiendo el dictado de la mítica canción de Queen, ayer tarde la maison Dior tomó aire y siguió adelante con el desfile previsto en los jardines del museo Rodin de París. El prêt-à-porteres tan lucrativo que la firma no se podía permitir el lujo de cancelar el desfile previsto para la Semana de la Moda y perder, así, la gran inversión que ha requerido la colección.
El último show de John Galliano para Dior, que empezó con media hora de retraso, tuvo un aire póstumo. Sin rastro del diseñador, ni celebritiesen la primera fila, Arnault faltó a la cita y Sidney Toledano leyó un comunicado lamentando la «profundamente dolorosa» situación de la casa, con un mensaje claro: el adiós a Galliano es el inicio de una nueva era.
Ésta es una colección bohemia, con los años 70 como hilo conductor, de looksurbanos, ponibles y sin la teatralidad habitual de míster Galliano. ¿Los protagonistas?, los vestidos de volantes para el día, los largos para la noche (elaborados en muselina negra con transparencias) y los abrigos de piel. Los complementos estrella, con un aire muy campestre: sombreros de ala ancha, botas de cuero infinitas y gafas de sol redondas.
El desfile terminó sin el tradicional saludo de Galliano disfrazado. En su lugar, una treintena de artesanos del taller, vestidos con bata blanca, recibieron la calurosa ovación de los mil invitados puestos en pie. Así terminaba el amargo divorcio entre el malogrado diseñador y la casa que le hizo grande.
