Chevrolet ha mostrado en el Salón del Automóvil de Seúl el Mi-ray, un sorprendente estudio que no saltará a la gran serie, pero que conmemora el centenario de la marca y, al mismo tiempo, rinde tributo a modelos legendarios de similar tipología, como los Monza SS de 1963 y Corvair Super Spyder de 1964.
Fabricado en fibra de carbono y CFRP (una aleación con plástico reforzado), el Mi-ray es una barqueta (por tanto descapotable y de parabrisas bajo tipo visera) biplaza equipada con puertas de movimiento abatible en “tijera”, parecido a las del Lamborghini Aventador LP700-4, faros a base de diodos luminosos o LED y afiladísimos trazos que, en algunos puntos (paragolpes…) remiten a los del codiciado deportivo Corvette, que por cierto en España vuelve a venderse como Chevrolet.
Calzado sobre llantas de 20 y 21 pulgadas (en los ejes anterior y posterior, respectivamente) con anchas cubiertas deportivas, el Mi-ray exhibe un habitáculo inspirado en el diseño del cockpit los cazabombarderos, con detalles decorativos plasmados en aluminio cepillado, superficies de metal líquido y abundancia de cuero (los asientos incluyen una cortina de aire similar al AirScarfe que Mercedes-Benz emplea en sus SL, SLK y Clase E Cabrio).
El Mi-ray se sirve, para impulsarse, de un bloque térmico 1.5 biturbo combinado con 2 propulsores eléctricos cebados por baterías de ion-litio que recargan en aceleración y frenado. El primero anima a las ruedas traseras y los segundos a las delanteras, de modo que el coche puede circular como un tracción total, si bien a baja velocidad lo hace de manera exclusivamente eléctrica, en cuyo caso es de tracción delantera. La transmisión entre unos y otros motores se encomienda a una caja auto secuencial de doble embrague.
