Feria de Abril

Para empezar, calor y ambiente

Día 04/05/2011 - 07.50h

La Feria se empezó a animar tarde, pero cuando lo hizo vivió una jornada de lujo, con calor que echó a muchos grupos de las casetas que estaban al completo al albero de las aceras y unas calles con muchos caballistas y hermosos enganches

Para empezar, calor y ambiente
FELIPE GUZMÁN

Al real le costó ayer sacudirse la resaca de la noche del Alumbrado. Fue cogiendo cuerpo conforme el sol afianzaba su presencia sobre la ciudad y a su calor fueron llegando, poco a poco, hermosos enganches que se lucían por unas calles que no fueron llenándose de caballistas, y de gente, hasta bien entrada la tarde. Las horas de descanso, la obligación de cumplir con el trabajo, o quien sabe si la crisis, hizo que las casetas no empezaran a animarse hasta bien entradas las tres de la tarde. A partir de ahí se vivió una jornada de feria plena, completa, con calor dentro de las casetas y unas aceras invadidas por grupos en los que predominaban los fumadores, sí esos que no deben matar el gusanillo por un cigarro bajo las lonas, pero también muchos grupos que salían a pisar albero y refrescarse ante la cantidad de gente que se acumulaba en esos pocos metros cuadrados que conforman la casa del sevillano estos días.

Una de las casetas que más pronto empezó a tomar la medida justa a la fiesta fue la de «La Cancillería», la de la Confederación de Empresarios de Andalucía, CEA, la Escuela Andaluza de Economía y la Fundación Nao Victoria. El presidente de la fundación, Juan Salas Tornero, disfrutaba de una buena charla con el comandante de marina de Sevilla, José Luis Verdugo Paéz, y el director de la Torre del Oro, Enrique Fernández Lafoz, dos aliados fundamentales en esa misión que tiene de conmemorar como se debe el V Centenario del a Circunnavegación, evento al que se dedica este año la Portada. Con su entusiasmo habitual explicaba Salas Tornero que ahora mismo están centrados en recuperar los planos originales de los cinco barcos que iniciaron aquella aventura; los presentarán el próximo 8 de septiembre, el día que allá por el año 1522 Juan Sebastián Elcano arribó a Sevilla. Con él estuvieron compartiendo las primeras horas de la feria, Manuel del Valle, ex alcalde de Sevilla y hoy presidente de la Fundación Museo Atarazanas, una entidad muy ligada al proyecto para hacer valer la importancia que Sevilla tuvo como Puerto de Indias, y el expresidente andaluz Rafael Escuredo.

En la calle, Rafael Carretero, artífice de que todo funcione como debe en el real, paseaba, con su tradicional sombrero de ala ancha pletórico, por el buen día de feria que hacía y porque, al final, gracias a que los pronósticos se rompieron y no llovió, habían conseguido colocar hasta 35.000 farolillos distribuidos sobre todo por las calles Curro Romero, Sánchez Mejías, Rafael Gómez Ortega y en algunos tramos de Antonio Bienvenida, Espartero y Pascual Márquez. Hoy lo seguirán haciendo desde las siete de la mañana hasta que la gente empiece a llenar el real y haga imposible ese trabajo; el objetivo es que hoy los farolillos inunden el real y mañana todo esté terminado.

Pero con farolillos o no, la feria no pierde. En la caseta «Los 40» las mesas estaban a tope, llenas de reuniones de amigos que disfrutaban de sus primeras horas de feria, y entre los que se paseaba ayer un vendedor anunciando cañaíllas y bocas de la Isla mientras los ventiladores de aspas que poblaban la zona noble contribuían al bienestar de todos. Muchos se confesaban feriantes de pro, como Domingo Moreno Morejón, abogado, que fue durante 25 años secretario de la caseta y que llegó a ser su presidente, quien recordó cómo fue fundada por el marqués de Contadero y 39 amigos, de ahí su nombre, a finales del siglo XIX; vamos, que es una de las más antiguas del real.

Entre estas casetas con solera destaca también «La Maestranza», en Joselito el Gallo, 47. María del Mar de Núñez Pol recordaba que fue su abuelo, Ramón Pol Carbonell, el que la fundó hace más de sesenta años. Con el tiempo evolucionó, tomó el nombre de la marca de aceitunas y aceite de la familia, y se abrió a otros amigos. Ayer estaba a tope de ambiente, entre señores con chaqueta, muchas en tonos claros como corresponde a la feria, y mujeres vestidas con sus mejores galas o con trajes de flamenca, algunos de ellos por cierto realizados por la firma de la propia Maria del Mar de Nuñez Pol, llamaban la atención por su originalidad y belleza.

Muy cerca, en Joselito El Gallo, 34, los socios disfrutaban al amparo de una mesa de un real en efervescencia. La caseta llamaba la atención por la decoración. En vez de tapar la estructura con las tradicionales flores de papel o toldos, habían optado por rodear los tubos con guirnaldas de colores azul y naranja y cubrir el cielo de la caseta con encajes y faroles. La pañoleta es espectacular, con dibujos que recuerdan algunos de esos azulejos trianeros de buena talla. Curiosamente, contaba Pilar Osborne, no la ha hecho un sevillano sino un amigo de los socios de la casetas, Antonio Laita, que es de Pamplona.

Justo delante de esta caseta se concentraron ayer un buen grupo de caballistas. Venían desde Pineda algunos y otros desde las cuadras que están al final del recinto ferial, y éstos últimos contaban las dificultades que habían tenido en acceder al real, ya que si hasta el año pasado podían entrar desde Tablada por el acceso más cercano a la calle del Infierno, ayer les desviaron para entrar por el acceso más próximo al puente de Delicias, duplicando el recorrido que solían hacer hasta llegar al real al que llegaban por Antonio Bienvenida.

Precisamente en esta calle, Antonio Bienvenida 73-75, celebraban su tradicional encuentro con los compañeros del trabajo un grupo de empleados del Banco Sabadell Atlántico. Jorge Medina nos comentaba cómo a la hora de ponerle el nombre a la caseta no se habían roto mucho la cabeza y habían sido sencillos y contundentes, «Amigos de la caseta» y con esa leyenda, el buen ambiente estaba asegurado. Poco más adelante, en Antonio Bienvenida, 61, una de las casetas en las que sus socios son de los que siguen con más atención las previsiones metereológicas que este año no han acertado con la Feria, la caseta de Asaja, entidad que agrupa a agricultores y ganaderos. La mayoría de los que disfrutan en ella son trabajadores de esta entidad o socios de ella, como dos jóvenes ganaderos Arturo Hidalgo, que cría ganadería brava en Guillena, y Abel Domínguez, que tiene la finca de vacuno y porcino Ibérico, en Encisanosa (Huelva), que disfrutaban de las primeras horas de feria. La caseta estaba tan al completo que muchos grupos se agolpaban en la puerta con la cerveza o la copa de fino en la mano.

Pero para bulla la que había ayer delante de unas de las casetas señeras de la feria, la de Pineda. Un tropel de chavales y jovencitos que traslucían en sus caras las ganas de disfrutar de la feria. Junto a ella, una caseta con tradición y tronío de verdad, «Pinedilla». Allí, pasada la hora del almuerzo, empezaban a disfrutar del flamenquito de feria gracias al grupo «12 de la Ina», incluso las sillas las habían puesto de cara a los artistas, para no perderse nada de su cante. Allí estaban Victoria Loscertales, con el brazo en cabestrillo por un accidente pero disfrutando a tope de la feria, y allí llegaron la marquesa de Benamejí y Carmen Cobo, con unos trajes de flamenca y complementos —espectaculares peinetas estilo imperio de corales naturales y un no menos impresionante collar una y la otra con collar de azabache y pendientes antiguos— que llamaban la atención. No fueron las únicas, porque ayer hizo tan buen día que fueron muchas las sevillanas que no quisieron dejar pasar el día sin vestirse de flamenca. La fiesta sigue.

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