La jornada comenzó muy agradable. Ni frío ni calor. Ni lluvia ni viento.
Y así, muy tranquilito con su familia estaba almorzando en Gitanillo de Triana 86 el gerente de la patronal de la construcción sevillana, Manuel Sillero, olvidando los sinsabores de un sector al que la crisis trae no pocos dolores de cabeza. Ahora espera al nuevo cambio de Gobierno que saldrá de las urnas el día 22 «a ver si trae aire fresco», dice el portavoz de Gaesco que va a la Feria «entre toma y toma» porque su pequeño Manuel, que aún no tiene la cuarentena, así se lo impone, al contrario de su hermana Carolina que no se cansa ni de noche ni de día y ayer su madre optó por no vestirla de flamenca y ponerle un vestido de flores fresquito. No muy lejos, en la misma calle el matrimonio formado por los concejales populares Beltrán Pérez y Evelia Rincón, todavía estaban más relajados porque habían dejado descansando a su pequeña Evelia en casa. Bueno, relajados es un decir con lo que se le viene encima ahora que empieza la campaña electoral oficial.
De eso también se hablaba en Joselito el Gallo 96 donde apuraba las últimas horas el empresario sevillano Félix Fernández Salvador que ya nota «cómo salimos de la recesión» pero que lleva muy mal eso de no poder fumar en la caseta, aunque él aprovechó la escapada mientras las niñas y mujeres de la reunión se retrataban fuera y montadas en un coche de caballo, donde posando pudimos ver a Marta y María Romero con los preciosos peinados que les hizo su madre.
Porque ayer se podía andar por la Feria y cruzar de una acera a otra.
Estaba «despejaita», lo suficiente para poder ver a lo lejos al decano de los jueces sevillanos, Federico Jiménez Ballester, a Manuel Pimentel, al socialista José Antonio Viera, al decano de los notarios de Sevilla, Antonio Ojeda o a la delegada de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Sevilla, Rosamar Prieto, que haciendo honor a su cargo paseaba muy graciosa por la calle su traje de flamenca.
También conversaba en la puerta de una caseta el director gerente de Fibes, Felipe Luis Maestro que contemplaba las fotos que se hacían un grupo de muchachas entre las que se encontraba Silvia Fernández Carmona, muy guapa y morena, con un traje de gitana blanco que llamaba la atención.
Como ella optó por un vestido de flamenca blanco la diputada popular Alicia Martínez que estaba en la caseta de la Cámara de Comercio con Juan Ignacio Zoido, el alcaldable del PP, y el concejal Gregorio Serrano. Les acompañaban el cantante José Manuel Soto, su esposa, Pilar Parejo, y varios amigos.
Al artista, una gitana se empeñaba en venderle un ramo de claveles «¿no dos ni tres sino el ramo entero?», preguntaba el cantante mientras Serrano comentaba el original vídeo de campaña del PP protagonizado en solitario por Juan Gallardo, el dueño de un supermercado de Su Eminencia que se cataloga como Zoidista, y Zoido reponía fuerzas tapeando que falta le hace después de haberse pateado Sevilla en precampaña y ante la última chicotá que le queda estos quince días. El público que pasaba por la puerta, dado que ellos estaban de pie ante la barandilla de la caseta se quedaba mirándolo y asentía con la cabeza, reconociéndolo.
¿Será él quien le dé al botón del alumbrao el año que viene?, preguntaban ciudadanos anónimos.
A eso de las cuatro de la tarde empezaba a llegar al recinto bañado por unas nubecillas que se agradecían a pesar de que el calor no era sofocante y de que camiones y camiones de Lipasam baldeaban las calzadas a cada instante refrescando el ambiente y arrasando, por otra parte, con los excrementos de los caballos que en buen número, peo no en exceso, pasaban con sus jinetes o enganches.
Por la acera tiraba del carro de su nieta el periodista Boby Bustamante. Detrás su hija Rocío con la pequeña Lola Saborido, llevando sus trece meses, su trajecito y su flor como una niña mayor, andando de la mano de su madre, moviendo los ojos, las manos y sin parar de reirse.
Y es que en la Feria de Sevilla aparte de la belleza de postal, se ven otras más ocultas que están en los niños y en esas personas mayores, «porque lo pone el carné» que se arreglan divinamente y no paran, aunque evocan esa otra Feria del Prado, más «chiquitita y familiar». Eso es lo que le pasa a Loli Reina, la hermana de la señora de la copla, que estaba ayer en la caseta Pequeña Reina. Ver las aceras llenas de gente, «que toda la vida de Dios se ha podido un hombre fumar un puro dentro sentado» y esas músicas «con los altavoces tan altos» no le agrada, como los trajes de flamenca que, según dice «están saliendose de los cánones». «Yo me acuerdo de esos caballistas por el parque de María Luisa... no sé, no sé era otra Feria más estilosa».
Estilosa sí que iba Mayte Martínez Illescas con sus hijos y sus nietos que salieron de la caseta de Pepe Luis Vázquez 30 para respirar un poco porque siempre está animadísima. Detrás de ella, Macarena García Otero, con los pies hinchados pues a pesar de que trabaja todos los días de Feria no se pierde una. Hablar con Macarena, es rememorar a su padre, el doctor Eduardo García Otero que ya no está entre nosotros y que fue el pionero de la fecundación in vitro en Andalucía.
Ella también se emociona y cambia de tercio cuando se lo recordamos para comentar esta edición ferial «más flojita con menos asistencia». «Mira quien va por allí...».
Eso otros años era impensable con tanta bulla. Este año el público ha empezado a llegar más tarde, que hasta los taxistas lo dicen, «que está flojita la cosa». Pero es algo que no le importa a la chavalería de Pineda y a las pandillas de niños que aguardan quietecitos montados a caballo, o a los que, dormidos en brazos de sus madres rumanas, sirven de reclamo para que les den limosna.
La Feria es eso. Un universo de contrastes. Como el día y la noche. Y hoy, diferente al martes y al miércoles, con asiduos que a estas horas estarán haciendo las maletas para irse a la playa y dar paso a los que solo disponen del fin de semana.
Si es que no llueve.