SU visión de la Córdoba de estos días, inmersa en el maremágnum de la campaña electoral, dista bastante de la del oriundo medio, conocedor, en mayor o menor medida, de las promesas, proyectos e imposibles de cada uno de los candidatos a la Alcaldía. Se trata de ciudadanos de afuera que residen aquí, algunos por un tiempo limitado y otros, sin fecha para volver a sus países. ABC ha hablado con dos foráneas de política local y sobre su valoración de la ciudad que les acoge.
Martha Ackelsberg llegó a Córdoba a mediados del pasado mes de agosto. Estadounidense, natural de Massachusetts, es profesora de Smith College y, actualmente, ocupa el cargo de directora residente del Programa de Estudios Hispánicos de Córdoba (Preshco), que establece puentes entre la Facultad de Filosofía y Letras de la UCO y estudiantes de los colleges de Oberlin y Wooster, en Ohio; Smith, Wellesley y Wheaton, en Massachussets; y Trinity en Connetticut.
Asegura que en tan poco tiempo, apenas ha podido siquiera hacerse una idea sobre la vida política local. «Sólo he oído hablar un poquito de Ecolo, de su relación con los partidos verdes europeos, pero poco más», señaló.
Precisamente, en relación a los partidos minoritarios, Ackelsberg destacó que «en Estados Unidos casi no existen y me parece muy interesante que aquí sí hayan logrado hacerse un hueco».
En cuanto a su valoración sobre el nivel de vida y organización de la ciudad, esta norteamericana sólo tiene elogios. «Cuando vine me llamó mucho la atención experimentar lo que es vivir en un estado de bienestar; en mí país el dinero y los que lo manejan tienen todo el poder; la política allí favorece a los ricos».
En lo que respecta a la percepción de la ciudad, de la imagen que refleja, «me parece muy buena en todos los sentidos. No hay muchos problemas de tráfico, es limpia y, lo que más me gusta, que se puede llegar andando a cualquier lugar».
También aplaude su patrimonio histórico; «sin duda, merece ser nombrada Capital Cultural».
Otra extranjera que, después de nueve años, ha logrado integrarse plenamente como una cordobesa más es Stefanica Ciobanh, rumana de Constanza, que, después de haber probado suerte en varios empleos, trabaja como intérprete judicial.
Al igual que Martha, a esta foránea «le suenan» más los partido minoritarios que concurren a las elecciones; en concreto, «conozco a Rafael Gómez por la televisión; los demás, no me suenan», apuntó.
Su percepción es que «la situación en Córdoba ha empeorado porque cuando vine ni siquiera se me podía pasar por la cabeza que no encontraría trabajo; ahora, la cosa está muy mal; de hecho, he intentado compaginar mi labor con la de voluntaria y ni para eso hay puestos libres».
En cualquier caso, «aquí se vive muy bien; tenga en cuenta que en Rumanía el salario está entre los 150 y los 200 euros».
Además, según Ciobanh, «aquí no hay tanta corrupción como en mi país, donde hasta hay que sobornar a los médicos, aunque creo que los que mandan tampoco se preocupan demasiado por saber qué quieren o cómo estamos los extranjeros».



