¿SABE usted a cuánto está la hora de trabajo en la República Popular China? Un candidato municipal sí. Por ejemplo, el señor Durán. Hoy día no hay aspirante a regidor que no tenga un máster de política de empleo. Aunque un Ayuntamiento (curiosidades de la vida) no tenga competencia en ello. Pero, claro, un ciudadano cualquiera que desee sentarse en Capitulares lo primero que debe hacer es echar una ojeada a las encuestas. Y si los muestreos indican que la principal preocupación es el paro, pues ya sabe usted que el programa electoral debe incluir como mínimo diez medidas infalibles contra el paro. Aquí y en Pekín.
El señor Durán, por tanto, se presentó ayer a la entrevista con un conocimiento acojonante del fenómeno de la deslocalización. Por eso se entiende que abriera fuego con una batería de preguntas verdaderamente inquietantes. ¿Saben ustedes qué podría empujar a una empresa de Durango a Córdoba? Joder: ni zorra idea. O esta otra: ¿Qué busca una empresa cuando decide deslocalizarse? Pues verá usted. Y así, en ese plan, cuando ya nos tenía acorralados, pronunció una lección magistral de costes, microcréditos y globalización económica que aún me tiene sobrecogido.
Ahora bien: las preguntas las carga el diablo. Y a los 35 minutos, el propio Durán, que venía en calidad de entrevistado, empezó a lanzar interrogantes endiabladas que acabaron por tomar vida propia. En relación a la supuesta incoherencia de fichar al número 3 de su lista, preguntó: ¿Saben ustedes cuántos hermanos cofrades tiene mi partido? A lo que debo de admitir que no tengo respuesta. Ni Pablo Iglesias, claro.
Y ya puestos a contestar preguntando, respondió sobre la inclusión como número 4 de su hermana: ¿Alguien tiene dudas de las personas por su mera filiación familiar? Y en eso, estimado candidato, puede contestarse usted mismo. Como ven, el señor Durán es un aspirante que se hace preguntas y busca respuestas. Por eso extrañó que cuando se le inquirió sobre su pretensión oculta de perseguir la presidencia de la Diputación, se encogiera de hombros y viniera a decir: pues, mire, caballero, ni me lo he planteado. Pues seguramente que no.



