Que un candidato de IU se reúna con un medio no precisamente afín a su ideología y permanezca a la expectativa es, hasta cierto punto, lógico. Ya no lo es tanto que estuviese a la defensiva, incluso refunfuñando: «Desde luego, no es esta la entrevista más agradable que me han hecho en mi vida». Hubo tensión ante preguntas incómodas, por completo esfumado el buen ambiente del día anterior.
El encuentro de ayer con el candidato de IU y actual alcalde me produjo una sensación extraña. Por muchos circunloquios que emplease, al final, no reconoció ningún error de gestión. Para todos y cada uno de los graves problemas que asfixian a la ciudad encontraba un culpable. Que nunca era él. Ni su formación política. Siempre eran culpa o responsabilidad de otros. Y así, el déficit galopante lo achacó al Gobierno central y las Comunidades Autónomas, que se llevan la parte del león y dejan las migajas para los Ayuntamientos. Eso es verdad, pero a medias. No se debe despilfarrar tu dinero, por ejemplo. La chapuza del Centro de Congresos se la apuntó a Rafael Merino, que presupuestó una obra faraónica. La falta de suelo industrial es un problema crónico, que IU ya resolverá. Las naves de Colecor no son responsabilidad suya, sino de los jueces, pues el asunto ha llegado a los tribunales. En fin…
Al concluir el encuentro pensé dos cosas. La primera, que Andrés Ocaña parece desganado, como si le hubieran obligado a presentarse. La segunda, si el año que viene, el Córdoba anda corto de presupuesto, aquí tenemos un portero de campeonato o un estupendo defensa central. ¡Qué manera de echar balones fuera, chiquillo, qué manera!



