Expresar lo que ha quedado en mi alma tras participar en la entrevista que durante cerca de dos horas le han hecho los periodistas de ABC Córdoba al candidato de Izquierda Unida y actual alcalde de Córdoba, Andrés Ocaña, no es fácil. Separando persona y cargo, la palabra que mejor definiría mi sentimiento respecto del candidato es «desconcierto».
Pensaba preguntar su opinión respecto de las causas que hacen que los políticos representen un problema para los españoles. Tras escuchar sus respuestas y proyectos de futuro, pensé que era mejor callar. Pude preguntar sobre si se había arrepentido de haber hecho o dejado de hacer algo. Aunque el Génesis afirma que el justo peca siete veces al día, sólo le pedí que recordara el arrepentimiento de uno de sus pecados políticos. Pero me quedé con las ganas de saberlo, ya que no supo recordar arrepentimiento de acción u omisión alguna.
Alguien comentó la falta de rigor de un Ayuntamiento que se ve obligado a convocar un Pleno extraordinario para garantizar que la Feria no tenga que celebrarse a oscuras. De igual manera preguntaron el por qué las naves de Colecor no fueron precintadas en su momento, como ocurrió con otras edificaciones irregulares. Las respuestas siempre fueron justificando las actuaciones del equipo municipal, sin observar autoreproche alguno. Tanta integridad y bien hacer, fue la causa de mi desconcierto.
Como decía ayer mi amigo José Ignacio Cubero, refiriéndose al candidato Durán, a mí también me hubiera gustado charlar más con el señor Ocaña, al olor del albero de una bodega de botas, con una copa de vino de Montilla en la mano y sin tener que verlo como alcalde o candidato. Seguro que la charla sería mucho más interesante. Pero uno no puede hacer siempre las cosas que quiere y hoy me ha tocado estar con la primera autoridad de Córdoba que formará parte de las reflexiones que todos los cordobeses haremos el próximo sábado. Como manda el protocolo, ¡suerte!



